sábado, 25 de enero de 2014

Capítulo 28.

Lo normal habría sido que cuando una persona, se encontraba a solas en su propia casa, con su amiga, salir en toalla al salón fuera de lo más normal, pero si la gilipollas de tu amiga deja entrar a un tío en casa y no te avisa de ello.... la situación se vuelve incómoda.
Elhija estaba apoyado en el respaldo del sofá, mirándome muy atento, con los ojos abiertos como platos y de no haber sido un vampiro, estaría más rojo que la sangre recién extraída de la vena. Por otro lado estaba yo, esa era la peor parte, que yo sí que podía ponerme de ese color; incluso juraría que lo estaba.
Cuando salí del baño y lo vi allí, de planta parada en toda su magnitud, mis pies actuaron por sí solos y decidieron que lo mejor para aquel momento tan sumamente bochornoso era quedarse clavados al suelo. Sí, no había manera de moverlos de allí. Sentía como la sangre se peleaba por subir hasta mi rostro, tanto que no sentía el resto del cuerpo, solo mi cara. Ardía como si de fuego se tratase; pero lo peor de todo llegó cuando Caleb apareció por la puerta de entrada. En un primer momento ni se había percatado tan siquiera de que Elhija estaba allí, pero luego sí que lo hizo. Me miró aténtamente y tampoco me quitó ojo de encima, ya solo me fataba que apareciera alguien con una cámara para perpetuar el momento.
Pude ver un montón de expresiones en el rostro de Caleb. Por un lado estaba la excitación de verme medio desnueda, luego la vergüenza ajena y por último y más importante, pues me fijé cuando se dio cuenta de que no estabamos solos, la ira de ver allí a Elhija.
Deseaba morirme en ese mismo instante. *JODER, JODER, JODER, JODER*. Rápidamente, mentalizándome de que no pasaba nada y no me había visto nadie, que solo habían sido imaginaciones mías, salí disparada hacia mi habitación, dando un portazo al entrar y dejándome caer sobre la puerta hasta caer en el suelo.
-Vale, no ha pasado nada, tú... relájate, solo tienes que relajarte, nadie ha visto nada... -intentaba tranquilizarme a mí misma mientras el corazón estaba casi a punto de hacerme un agujero en el pecho y salir disparado hacia la otra punta de la habitación- ¿¡ PERO QUÉ DICES!? ¡CLARO QUE TE HAN VISTO!... ¡Ay madre! -me lleve las manos a las sienes y me las masajeé-. Venga, no pasa nada, no ha sido nada.... ¡Dios! ¡Aclárate! ¡Pareces el bicho ese feo de ¨El Señor de Los Anillos¨!
Comencé a respirar con más calma e intentando regular la respiración para así también bajar el ritmo cardíaco. El corazón palpitaba en mis oídos como si alguien estuviera tocando un tambor justo a mi lado. Me preguntaba si solo lo oía yo o también lo escucharían Elhija y Caleb... era una pregunta estúpida, claro que lo oirían; tenían un sentido de la audición superior al resto de personas.
No supe cuanto tiempo estuve allí sentada, en el suelo, con las manos agarrándome la cabeza. Tiré de la toalla que me envolvía el pelo y la dejé caer a mi lado mientras me levantaba, hasta yo misma me sentía patética de la reacción que había tenido; pero bueno, así era mi vida. Con el paso del tiempo sería una anécdota graciosa que contar.
Cogí unos shorts negros con tachuelas junto con una camiseta de tirantes ancha, de momento  no tenía pensado salir de casa y dentro hacía una buena temperatura para andar así. En un momento dado, si salía, solo tendría que coger unas medias y una chaqueta.
Volví al cuarto de baño a dejar las dos toallas mojadas y me dispuse a salir, pero me quedé muy quieta con el picaporte en la mano.
Había pasado de un estar de nervios inmesurablemente grande, a una calma absoluta. A veces, hasta yo misma me sorprendía de mis estados emocionales. Respiré hondo y salí al salón.
Elhija seguía en su sitio, pero Caleb ya no estaba allí. Estaba segura de que estaría enfadado, no conmigo, sino con la situación. Él era un poquitín celoso y además Elhija no le caía muy bien que digamos, por lo que si juntábamos las piezas...
-Vaya, ya estás vestida - me sonrió Elhija al pasar por su lado.
Se encontraba apoyado en el respaldo del sillón con aire despreocupado. Estaba de brazos cruzados y con una pose de chulo de película.
-Ya sé que es posible que no hayas visto a ninguna chica con un cuerpo tan escultural como el mío -sonreí sarcástica mientras le pasaba la mano por la barbilla-, pero eso no quita que no puedas quitarte la baba.
Me dedicó una sutil sonrisa. Estaba claro que le acababa de dejar sin ninguna respuesta valida a aquel comentario que le había dicho. Por dentro, una pequeña parte de mi se sentía avergonzada por lo que había pasado, otra, estaba muy mosqueada con Betsi, pero la última parte, se regocijaba sabiendo que le había dejado sin palabra alguna.
-¿Qué quieres, de todos modos? Porque supongo que habrá una razón razonable por la cual te encuestes en mi salón.
-Mi chaqueta.
-¿Qué? -me esperaba algún comentario sarcástico de esos que soltaba alguna vez que otra, pero no.
-Te quedaste mi chaqueta. Puede que esté sucia e incluso ajada, pero no por eso deja de ser mía. He venido a por ella.
Decepcionada por el motivo de su visita, dejé caer los brazos a los lados, hasta entonces cruzados sobre mi pecho y asentí.
-Muy bien, la tienes allí -señalé el perchero junto a la puerta- ahora si no necesitas nada más... -me di la vuelta para entrar en la cocina y echarle la bronca a Betsi- puedes marcharte.
Tenía la intención de marcharme, la parte avergonzada en mi interior había crecido, pero el motivo no era el que me hubiera visto en toalla, sino que tenía una pequeña esperanza de que sus motivos fueran distintos que una simple chaqueta rota. No me dio tiempo ni a dar el primer paso, antes de ello, Elhija ya me había agarrado el brazo para impedir que me marchara y tiró de él para volver a quedar frente a frente.
-¿Cómo estás?
Otro de sus cambios de humor que tan con la guardia baja me había pillado. Suspiré y asentí.
-Bien, no sé... normal -me encogí de hombros- ¿por?
-Por todo lo sucedido ayer. Estoy seguro de que no fue uno de tus mejores días -sonrió.
Cuando sonreía de lado, me mataba. Era una sonrisa que le quedaba muy sexy, pero a la vez era una de esas que te indicaban peligro, que escondía algo y se tapaba detrás de ella, como si de un disfraz se tratase. Él seguía con su mano apretándome el brazo. Miré hacia donde su mano me tocaba y sonreí.
-Bueno -dije mirándole con una sonrisa- tampoco se encuentra entre uno de los peores.
Me devolvió la sonrisa y consciente de que aún seguía apretándome el brazo, aflojó su amarre y lo dejó caer.
-Sí.
Un olor como a estofado quemado empezó a entrar en el salón procedente de la cocina. Arrugué la nariz. Aquello olía asquerósamente mal. Elhija pareció que también lo había olido, pues su cara era bastante similar a la mía.
-¿Qué estás haciendo? -pregunté a Betsi  cuando entré en la cocina.
-Pues.... era un intento de estofado.
-¿Para?
-No sé, es que... -se encogió de hombros y me miró con cara de pena-. Este día siempre lo celebro con mis padres y hoy.. pues no sé, pensé que quizás...
-¿Pensaste que quizás podíamos hacer algo? -me impulsé sobre mis manos y me senté sobre la encimera con los pies recolgando.
-Sí.
Caleb y yo no hacíamos nada ni por Navidad ni por el día previo que no fuera distinto del resto de los días normales, bueno, quizás preparaba algo especial para la cena y para la comida, pero nada del otro mundo. Pero ver a Betsi con esa carita de cordero degollado, mirándome.... no entendía muy bien el por qué del estofado, ella no podía comer comida humana como yo, bueno, sí podía, pero no le servía de nada.
-Pss, sí por qué no -hice un gesto de indiferencia-. Después de todo...
-¿Sí? -sus ojos se iluminaron.
Hice un gesto de asentimiento y ella se abalanzó sobre mi envolviéndome en un cálido abrazo, pero se pasó con la fuerza.
-¡Ay! -me separé de ella- Me haces daño.
-¿Aún no controlas la fuerza eh? -se rió Elhija.
Ni siquiera me había percatado de que seguía ahí, pensaba que ya se había marchado o algo por el estilo. Desde luego, cuando el chaval quería, podía ser bastante silencioso.
-No -me adelanté yo a responder- créeme que eso aún no lo controla.
-Ya lo hará -me sonrió- dale tiempo o ¿acaso tú te acostumbraste así, sin más?
-Bueno, teniendo en cuenta de que yo no soy como vosotros... -pasé las piernas por encima de la barra, quedando así de cara al salón - no, yo fue así, sin más.
-Pues entonces eso es un chollo -se burló.
-Sí.
No entendí el por qué, pero una rabia se apoderó de mi con aquel gesto. Elhija me miraba divertido, pero el comentario que dijo no me había hecho ninguna gracia. Si él pensaba que era un chollo nacer a causa de una violación, que maten al que consideras como tu verdadero padre, después tu madre muera en una caza de brujas y que tu hermano mayor te esté persiguiendo durante toda tu vida, era un chollo. No sé qué pensaría a cerca de su vida. Que era una fiesta o ¿qué?
Llena de rabia hasta la última parte de mi cuerpo, salté al suelo y de no ser por que Betsi advirtió lo que pasaba y me agarró del brazo, le habría partido la cara en ese mismo instante.
-¿Qué es un cho... -empecé a gritar, pero Betsi me cortó.
-Se me ha ocurrido una idea.
-Sorpréndeme -la miré de reojo aún cabreada.
-¿Por qué no os venías a cenar?
-¿Quienes? -preguntamos Elhija y yo a la vez.
-Pues tú y tú hermano -se rió al escucharnos al unisono.
Me podía hacer una idea de la respuesta que iba a dar, pero aún así me sorprendí al escucharla. Me zafé de su mano, que aún me estaba agarrando por si en un momento dado me lanzaba sobre el pescuezo del chico y me giré para mirarla con los ojos muy abiertos, pero pasó de mi.
-Yo bueno... no sé qué decir -dudó Elhija-. Daniel y yo no solemos hacer nada con estas cosas...
-Sí, es mejor una cena familiar -dije cortante aún mirándola con cara de pocos amigos- es decir, tú, Caleb y yo.
-Pensándolo mejor... -noté un tono de disfrute en la voz de Elhija- sí, por qué no.
Aún mucho más furiosa, me giré para mirarle a él. Mi mirada estaba llena de odio, pero sus ojos estaban llenos de sarcasmo y diversión. Sí, se lo estaba pasando de puta madre al parecer.
-Perfecto -aplaudió Betsi a mi espalda- pues esta noche cenamos todos juntos aquí.
-Yupi... -susurré.
-Oh venga, no seas así -Betsi me dio un leve empujón en el hombro- será divertido.
*Me cago en todo. En Betsi, en Elhija, en todo el que se mueve... ¡ASCO!* Por si fuera poco cómo había empezado el día, la cosa acababa de mejorar con la cenita y los ¨hermanos¨. Desde luego ese no era  midía, pero al parecer no era ni mi día, ni mi año, ni mi siglo.
-Bueno, yo vuelvo a la cocina a ver si soy capaz de arreglar ese desastre de carne... a las...¿ 7?
-Perfecto -aceptó Elhija con su típica sonrisa.
-Bien.
Betsi se volvió a la cocina, dejándonos solos de nuevo, aunque bueno, técnicamente ella seguía allí, solo nos separaba una barra y una columna.
Sin decir ni mu, pasé por su lado dándole un golpe con el hombro que lo único que hizo fue alegrarlo más, cosa que me fastidió. No pretendía hacerle reír, para eso ya existían los payasos. Enfadada todavía más, si es que era posible; descolgué su chaqueta mugrienta y llena de barro del perchero y se la tiré.
Me entraban ganas de borrarle esa estúpida sonrisa suya con un puñetazo, pero a la vez, no quería que parase de sonreír.
-Ahí la tienes -señalé con la cabeza la chaqueta, ya en sus manos- ahora si eres tan amable -abrí la puerta y con la mano le indiqué que saliera- vete.
-Venga Thess -susurró en mi oído al pasar por mi lado- no te enfades. Enfurruñada estás muy fea.
Al notar su aliento contra mi piel, una corriente pasó por todo mi cuerpo, poniéndome los pelos de punta. El enfado pasó a un estado de sorpresa, incluso pegué un bote sin moverme del sitio y eso hizo que su sonrisa se ensanchara más.
-Nos vemos esta noche.
No contesté, aún estaba pensando en por qué había reaccionado así. Es decir; ¿por qué ese escalofrío?
Pensé que esa sería su despedida, que se iría ya y yo podría ponerme como una energúmena con Betsi, pero me equivoqué. No dijo nada más, pero se inclinó sobre mi y posó sus labios sobre mi mejilla en un leve beso, como si del aleteo de una mariposa se tratase. Fue un beso breve, como cualquier otro que se le da a alguien al depedirse, pero noté una calidez cuando me acarició con ellos. Me quedé muy quieta, con la mano sobre la mejilla que él había besado y le miré incrédula. Ninguno de los dos dijo nada, pero podía ver en sus ojos un brillo especial. Sonrió de nuevo, pero no esa sonrisa de niño chulo que él llevaba siempre puesta encima, no, fue distinta, no sabría como explicarla, incluso hasta me resultó rara en él.
-Sí -asentí.
Me dedicó una última mirada y se marchó. Cerré la puerta y me apoyé en ella como había hecho cuando entré en mi habitación, salvo que esta vez no me dejé caer hasta el suelo ni estaba asustada ni nerviosa porque me habían visto de aquella manera. Esta vez estaba relajada, con una calma en mi interior que me aterraba. Era como si aquel beso hubiera sido un tranquilizante.
Ese efecto no duró mucho, pues el enfado volvió a mi a una velocidad vertiginosa y en pocos segundos ya me encontraba en la cocina, de planta parada, con cara de pocos amigos y de brazos cruzados.
-¿Qué? -preguntó sin saber el motivo de por qué yo estaba así.
-¿Qué? ¡¿Qué?! -levanté mi voz unas octavas-. No tienes suficiente con invitarle a entrar, haciendo que ya sea inmune al hechizo que tengo al rededor de la casa -levanté el dedo índice y lo giré en el aire- si no que ahora también lo invitas a cenar y no solo a él, sino a su hermano.
-¿Y qué tiene de mano si puede saberse? -estaba de espaldas a mi haciendo algo que no sabía el qué, pues ella me tapaba la vista.
-¿Cómo que qué tiene de malo? ¿Y sí...?
-Thessa -se volvió hacia mi y se acercó poniendo sus manos en mis hombros- relájate ¿vale? No te preocupes, Elhija es un tío majo y bueno... Daniel no es que sea un encanto de persona por lo que he oído de ti y de Caleb, pero son buenos tíos.
-Eso tú no lo sabes... -dije con una voz algo más relajada.
-Venga ya -se rió soltándome-. ¿Qué me vas a decir que Elhija te haría algo malo a ti?
-Pues...
-No, ni pues ni nada -me cortó tajante- ya te dije una vez que había visto cómo te miraba y lo sigue haciendo.
Me quedé callada y entonces recordé el beso que estuvimos a punto de darnos en el bosque. No había sido nada, no pasó nada, pero el simple hecho de recordarlo me puso la piel de gallina.
-Pero... -me arranqué a decir algo, pero tan pronto como abrí la boca la cerré.
No quería que Betsi se enterase de nada de lo que había pasado entre Elhija y yo, bueno, no había pasado nada en realidad, simplemente había sido un lapsus; pero ella ya me había notado algo. Me miraba con una interrogación dibujada en su rostro.
-¿Pero...?
-¡Nada! -refunfuñe ofuscada- ¡Nada!
-¿Se puede saber qué narices te pasa?
Pegué un pequeño gritito de frustración y me fui a toda prisa a mi cuarto.
La pregunta de Betsi resonó en mi cabeza *¿se puede saber que te pasa?*. Una pregunta muy curiosa para aquel momento, pues ni yo misma sabía qué me pasaba. Necesitaba a Caleb, hablar con el y que me diera un abrazo fuerte como los que él me solía dar. Pero ahí estaba lo peor de todo, en que probablemente estuviera enfadado.



La imagen de Elhija mirando a Thessa con esa cara de fascinación mientras ella estaba en toalla en lo alto de las escaleras no paraba de repetirse en mi cabeza una y otra vez y eso solo me ponía aún peor.
No estaba enfadado, bueno... sí que lo estaba, pero no con ella, sino con él. ¿Qué pintaba Elhija allí?
En ningún momento me había parado a pensar en por qué le tenía tanto odio a aquel chaval, pero se lo tenía. No eran celos, pues Thessa estaba conmigo y ahora que la había conseguido no la iba a dejar escapar tan fácilmente, además, estaba seguro de que ella me quería, si no, solo había que ver la noche en la que nos acostamos, cómo conectábamos el uno con la otra, de haber sido solo sexo, no habría sido tan perfecto.
Había salido de casa enfadado y me había puesto a dar vueltas sin ningún rumbo, pero ya había vuelto de nuevo al loft.
Pegué un portazo y tiré las llaves sobre el sofá. En seguida noté un rico aroma a comida. Algo que me resultó muy extraño, porque Thessa en la cocina era mala tirando para peor. No tardé mucho en averiguar de quién se trataba de la persona que estaba cocinando.
-Qué bien huele -respiré con profundidad abriendo bien mis fosas nasales para captar mejor el olor-. ¿Qué es?
-Gracias -Betsi me sonrió con un asentimiento-. Pues es un estofado de carne y ahora estoy haciendo salsa de queso con champiñones.
-¿Puedo probar? - pregunté deseoso.
Cogí una cuchara de madera de uno de los cajones y la metí en la salsa, pero justo cuando estaba apunto de llevármela a la boca, Betsi me pegó una bofetada en la mano y la cuchara calló al suelo.
-¡No! -respondió tajante y firme-. No hasta esta noche.
-Jo... -me quejé- ¿y qué celebramos?
-Vamos a cenar todos juntos. Elhija y Daniel vienen también.
Mi animo pasó de malo a peor. Ya no era solo el hecho de que no tenía ganas de nada, sino de que ahora iba a tener que aguantar a esos dos en la cena.
-Genial- espeté.
-¿Otro igual? -Betsi me miró enfadada.
¿Otro? -pregunté sin comprender.
-Thessa también se ha enfadado conmigo -señaló con la cuchara de palo hacia las escaleras-. ¡Joder! ¡Solo quiero hacer algo distinto!.
-Bueno, vale... relaja pitbul -levanté las manos con las palmas extendidas hacia ella- voy a verla.
-Perdona...
-No pasa nada mujer -le sonreí y me fui a buscar a Thessa.
La luz estaba apagada y las persianas bajadas. No se veía absolutamente nada, solo pude distinguir un bulto sobre la cama con la luz que provenía de fuera cuando abrí la puerta, por lo que cuando la cerré, me fui directo allí.
Thessa estaba bocabajo con la cabeza hundida en la almohada. No sabía si dormía o no, de no haberlo estado se habría canteado para ver quien la reclamaba, pero quizás no estuviera de humor. Deslicé mi mano por su espalda acariciándola.
-Ey... ¿duermes?
-No -su voz sonó amortiguada por el cojín.
-¿Qué pasa?
-Nada.
-Thess...
-Un mal día.
-¿Por? -*júntate conmigo*.
-No es nada en serio -se levantó o eso me pareció a mi, pues noté movimiento a mi lado-. Solo abrázame.
No sé si fue con la voz con la que me lo pidió o las ganas que yo tenía de hacer lo que me pedía, pero no me lo pensé dos veces y me agaché para rodearla con mis brazos. Estaba en una postura bastante incómoda, pero no importaba con tal de verla bien.
-Da la luz de la mesita anda... -me pidió separándose de mi.
Busqué a tientas el interruptor, algo difícil; no se veía absolutamente nada. Tiré un par de cosas con la mano en mi búsqueda, pero por fin lo encontré. Lo pulsé y una tenue luz iluminó la habitación. No alumbraba mucho, solo un poco la zona de la cama. Era la lamparita que Thessa utilizaba para leer. Se la regalé yo hacía un par de años, pero ya estaba bastante vieja.
-Échate a un lado anda -le sonreí.
Y así lo hizo. La cama no era muy grande; era más grande que una individual, pero más pequeña que una de matrimonio, justo cabíamos los dos. Era perfecta y más si eso implicaba que al tumbarnos, Thessa tenía que apoyarse en mi para caber los dos.
-Me ha dicho Betsi que estás enfadad con ella. ¿Qué pasa?
-No estoy enfada con ella, bueno sí, bueno no, bueno.... uf, no sé.
Aquella indecisión suya me hizo reír. No en plan mal, todo lo contrario. Cuando se ponía nerviosa o estaba alterada, era como un volcán en erupción, aunque esta solo soltaba palabras sueltas al azar. Con la mano del brazo que la rodeaba, empecé a acariciarle el pelo.
-Sí, no, no, sí.... ¿alguna idea válida?
-No te rías de mi -se quejó pegándome un puñetazo en el estómago; pero noté una leve risa en su tono-. No estoy enfadada, solo es que después de la escenita cuando he salido del baño... no tiene otra ocurrencia que invitarles a cenar.
-Ya bueno... -ahí estaba otra vez ese sentimiento de odio hacia Elhija- pero tampoco puedes tomarlo con ella, tiene que acostumbrarse y ya sabes como son los neófitos. Impulsivos, fuertes... y que no piensan con claridad, además, si a eso le añades el carácter de Betsi...
-Ya -noté su barbilla clavarse en mi pecho al asentir- sale una bomba atómica.
Sin poderlo evitar, los dos nos echamos a reír. La comparación había sido graciosa.
-¿Mejor? -le pregunté aún acariciándole el pelo.
-Sip.
-Bien.


Ahora me sentía estúpida por haber pensado tan siquiera en que Caleb podía estar enfadado conmigo... *¿en qué demonios estaría pensarlo?*. El simple hecho de entrar a verme y quedarse allí conmigo, abrazado a mi me subió el animo. Mis días últimamente estaban resultando ser lo siguiente de desastrosos.
Me incliné sobre mi codo, con cuidado de no hacerle daño en el pecho y le besé.
-Gracias -susurré.
-¿Por? -su voz sonaba medio ahogada al estar tumbado.
-No sé -me encogí de hombros sonriente- por todo y por nada... ¿sabes? Me siento estúpida, pensaba que estabas enfadado conmigo.
-¿Por?
-Antes, cuando llegaste a casa y viste a Elhija... tu cara... no es que me indicase lo contrario.
-¡Oh! Y lo estaba, enfadado -*vaya, que chupi, gracias por cagarla en este momento tan bonito Thessa*- pero no contigo.
Al escuchar aquellas palabras, la presión en mi pecho por pensar que lo había jodido disminuyó hasta casi desaparecer, pero aún había algo que me presionaba. No sabía muy bien el qué, pues nervios no eran y ya no estaba enfadada. *Ains.... estúpida*. Restándole importancia; volví a inclinarme sobre él y le besé.
Esta vez no fue un simple pico de esos tontos que te sueles dar en plan cariñoso. Esta vez había más; yo quería más. La presión en mi pecho fue aumentando y entonces descubrí que era lo que quería. Caleb pareció pillar la indirecta y me empujó a un lado para ponerse él sobre mi. La respiración me iba aumentando por momentos, jadeando cada vez más por una mezcla de deseo y falta de aire en mis pulmones.
Deslicé mis dedos por debajo de su camiseta y se la saqué por la cabeza. Mis manos le acariciaban los músculos de la espalda, no paraban quietas en un punto fijo; subían y bajaban rozando todo su cuerpo. Caleb, hasta entonces con las manos en mis caderas, las pasó por mi abdomen hasta llegar al botón de los shorts. Se incorporó dejándome espacio para que me los pudiera quitar, pero una vez que ya estaban en el suelo, volvió a dejarse caer sobre mi con más ansias. Él también jadeaba, no sabía si por deseo o por
cansancio, pero cuando su mano pasó por mi muslo arañándolo, las dudas se me quitaron. Era deseo.
Aquella situación me recordó a la primera vez que lo hice con él, después de la fiesta de cumpleaños. Había sido solo hacía unos días, pero en aquel momento se me hizo una eternidad.
-Betsi nos va a escuchar... -susurré  riéndome.
-Betsi, si me escuchas -paró para volver a besarme- tápate los oídos, esto no es apto para niños.
Solté una risita nerviosa antes de volver a besarle.
Aquella vez fue distinto, se notaba que a los dos ya no nos avergonzaba estar así frente al otro, ya no nos veíamos como dos amigos, sino como algo más y eso me gustaba.














2 comentarios:

  1. *-* Dios, me muero.
    Que capitulazo. Ha sido perfecto. Es que... No tengo palabras para expresarlo.
    Por lo menos no se le ha caído la toalla xD
    Me encanta Elhija! Es que lo amo! Y en el comentario que me pusiste en el capítulo anterior (no te conteste porque no me deja), yo desde siempre me ha encantado Elhija más que Caleb y lo he dicho muchas veces eh e.e
    Tengo unas ganas de leer el siguiente! Y el último! Quiero ver como termina! Por favor no me mates eh Tengo que admitir que suelo llorar cuando terminó un libro xd así que no me hagas llorar xD
    Aiins, cuando subes el siguiente?

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    1. Sinceramente, en un primer momento pensé en que saliera en bolas, pero luego dije: No, Alba... eso es demasiado jajaja
      No puedo prometer nada, a mi me ha dado muchisima pena acabar con ¨Sin Nombre¨pero como ya te he dicho, en cuanto acabe la nueva que estoy haciendo, habrá una segunda parte e incluso una tercera, quizás estoy hablando demasiado y luego no lo haga, soy así de impredecible pero espero que no suceda, porque les he cogido cariño a mis personajes.

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