jueves, 23 de enero de 2014

Capítulo 27.

-¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta!
Aquella mañana me había levantado muy enérgica, como si por la noche mientras dormía me  hubieran metido un cargador en el culo y tuviera las pilas a tope, tanto, que a pesar de que era ya bastante tarde, había decidido que Betsi iba a tener su primera sesión de entrenamiento y la estaba despertando mientras saltaba sobre el sofá en el que ella dormía.
-¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta!
Pobre de mi, que no me di cuenta de que Betsi se encontraba ya despierta y cuando tiró de la manta con la que estaba aropada, me llevó a mi con ella. El pie me cedió y acabé despatarrada en el suelo. Me di un buen golpe en la columna y en la cabeza.
-¡Ay! ¡Joder!
-Eso te pasa por pesada -se rió mirándome desde arriba.
-Guapa -le lancé un beso.
Riéndose, hizo un gesto negativo con la cabeza y se fue a la cocina. Me levanté de un salto y la seguí, aún no había desayunado nada. A pesar de que me alimentaba a base de sangre, también tenía que hacerlo de comida humana; podía pasar días sin comer nada, como era el caso, que a pesar de que Caleb había preparado una rica ensalada la noche anterior, ni siquiera la probé; por eso, justo a tiempo, cogí un par de tostadas que saltaron de la tostadora.
-¿Se puede saber qué te pasa hoy? Estás eléctrica.
-No lo sé- dije con la boca llena- esa misma pregunta me he hecho yo.
-Ains... animalita.
-¡Eh! -le tiré una servilleta de papel hecha una bola, pero la esquivó- no te pases.
Betsi me miró, me sacó la lengua y se empezó a reír. Yo, con un enfado fingido, me di la vuelta en el taburete para darle la espalda. A decir verdad, hasta yo misma me sorprendía de lo feliz que estaba y era algo excepcional teniendo en cuenta los últimos días que había pasado. Dormir tantas horas me había sentado bien. Era bastante tarde, la última vez que había mirado el despertador marcaban las doce de la mañana.
Lo primero que había hecho nada más despertarme había sido desperezarme hasta tal punto que parecía como si mis huesos se fueran a desencajar. Me había puesto unas mallas ajustadas, una camiseta deportiva ancha de tirantes y mi zapatillas de entrenamiento. Las lecciones empezaban hoy para Betsi. Había ido a buscar a Caleb para que me ayudara, lo habíamos estado hablando la noche anterior mientras la otra se ocupaba de Nathe y nos había parecido bien a los dos, por eso me resulto muy extraño.
Estaba tan metida en mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta que me encogí de hombros hasta que no escuché las carcajadas de Betsi a mi espalda. Sorprendida, me giré para quedar frente a ella.
-¿Qué pasa?
-¿En qué pensabas eh, bichina? -siguió riéndose- Te has encogido de hombros y estabas moviendo la cabeza como si estuvieras hablando con alguien.
-¿Yo?
-No, la de detrás de ti. Pues claro que tú.
-Oups -esta vez me encogí de hombros de manera consciente. Me levanté y tiré el plato al fregadero- Are you ready?
-¿Qué?
-Qué si estás preparada. Pava -mascullé entre susurros mientras sacaba una bolsa de sangre de la nevera y me la llevaba a la boca.
-¿Para qué?
-Comienza tú entrenamiento.
-¿Mi qué? -me miró perpleja.
-¿Qué te pensabas que la vida con Caleb y conmigo era todo levantarse tarde, ir de compras, fiestas? -me puse muy seria- Pues no, monina, no. Entrenamos cuatro días a la semana y hoy hemos decidido que tú entrenarías con nosotros, a si es que venga, quítate ese pijama -le di una palmada en el culo- porque la entrenadora Thessa es muy dura.
-Ains dios -puso los ojos en blanco- ¿te recuerdo que no tengo ropa?
-¿Y yo a ti que puedes coger la mía?
Me dedicó una mirada de reojo cargada de odio y salió de la cocina escaleras arriba, pegando, cómo no, un portazo al entrar en mi habitación.
-¡Eh! ¡Que me la vas a hacer giratoria! -grité
A decir verdad, no tenía ningunas ganas de entrenar, pero llevábamos varios días sin hacerlo y eso no me parecía nada correcto y menos con tanto psicópata tras de mí. No es que yo tuviera problemas a la hora de defenderme, ni me andaba con reparos si tenía que pegarle una patada en el estómago a alguien, pero había muchas veces en las que los contrincantes eran más fuertes que yo y tenía que estar preparada y Betsi también. Su entrenamiento no iba a consistir solo en aprender a defenderse, no, la iba a enseñar a atacar, a moverse con sigilo, a no ser vista cuando los demás la buscaban, iba a hacer de ella una auténtica vampira.
-¡Las he visto más rápidas! -volví a gritarle desde el salón- ¡En mi pueblo uno murió así!
-Pues pobre hombre -dijo bajando las escaleras a toda velocidad-. Bueno, comencemos.
-Bien -carraspeé para que mi voz sonara más clara-. Como ya te he dicho, entrenamos cuatro veces por semana, los entrenamientos suelen empezar por una carrera de calentamiento, pero teniendo en cuenta que es de día y que a ti no puede darte la luz del Sol, pues...
-Gracias por recordarlo -me cortó con una mirada  de odio- eres muy amable.
-De nada -asentí-. Como iba diciendo, empezamos con una carrera de calentamiento, pero hoy vamos a ir directas al grano. Primera lección; ten a tu enemigo siempre en el punto de mira, porque...
-¡Ay! -se quejó cuando le di una colleja en la cabeza.
-... nunca sabes por donde va a venir. Segunda lección -levanté dos dedos-, piensa antes de actuar, de lo contrario puedes acabar tú peor que el otro, créeme, me ha pasado. Tercera lección; eres fuerte, modera tu fuerza y aún más mientras sigas siendo neófita porque... ¿no quieres hacerme daño verdad? -la miré haciendo pucheros con cara de pena, pero no pareció afectarle.
-Me lo estoy pensando sinceramente -me seguía con su mirada mientras yo daba vueltas a su alrededor.
-Bien. Cuarta lección -me paré frente a ella y desenfundé mis colmillos- nunca, nunca tengas piedad.
Betsi no me había visto nunca de aquella forma, con los colmillos fuera de sus fundas ni con los ojos completamente negros. Pegó un pequeño respingo al verme así.
-¿Mis ojos tienen ese aspecto? -aún ligeramente asustada, se llevó las manos a los ojos y los acarició con miedo.
-No -negué con la cabeza- yo soy diferente.


Nica estaba arrodillada al lado del cuerpo inerte del brujo. Yo los contemplaba desde lejos, no quería acercarme, en parte me sentía culpable por aquello aunque yo no había hecho nada, solo defenderme y defender a Thessa.
Escuchaba el llanto desconsolado de la chica. Quería acercarme a ella y abrazarla, me caía bien a pesar de todo y sabía lo que era perder un ser querido, yo los había perdido a montones, pero sospechaba que no sería una buena idea y menos con Gabriel allí.
Lo miré fijamente, mas que mirarlo, lo estudiaba. Estaba quieto, de brazos cruzados apoyado en el tronco de un árbol, al igual que yo, contemplando la escena. Me preguntaba en qué estaría pensando, si se sentiría culpable por lo que había hecho o simplemente le era indiferente. Había escuchado historias; historias que decían que los vampiros con el paso del tiempo acaban por dejar a un lado su humanidad, que simplemente después de tantas muertes, se esfumaba. Yo vivía con ese miedo. No quería perder mi lado humano. No es que fuera un santo, obviamente había matado a personas, sobretodo al principio, cuando me convertí. Era muy difícil mantener el hambre a raya. No me sentía orgulloso de ello; pero ¿qué vampiro no ha matado nunca a alguien?
Noté un toquecito en el hombro. Estaba tan pensativo y a mi bola que no había escuchado a Gabriel acercarse a mi.
-Me voy, esto me resulta patético -señaló con desprecio a los dos brujos y luego me dedicó una sonrisa- sigue así.
Tan rápido como se acercó a mi, se marchó sin dejar que tan siquiera respondiera a su orden.
Me acerqué con cautela a Nica y puse una mano en su hombro, lo mejor sería sacarla de allí, aunque no sabía si eso iba a ser tarea fácil.
-¡Quítame las manos de encima! -con una sacudida de su hombro, despreció mi señal de afecto.
-Lo siento mucho por Pangroms, no me caía muy bien -*Claro que sí, decir eso sobre su primo que acaba de morir es lo más indicado. Te acabas de coronar*-, pero... no era mal tío.
-Por tu culpa está muerto -espetó mirándome con desprecio.
-Nica, yo no he hecho nada....
-¡SI, SI QUE LO HAS HECHO! -decidida, se levantó y se encaminó hacia mi mientras yo retrocedía. Meterme con un brujo no es que estuviera en mi lista, eran oscuros y mucho más poderosos que un vampiro-. Ahora, por tu culpa está muerto y me las pagaréis, tanto tú -me señaló con su dedo índice- como Gabriel.
Fui a defenderme, pero un intenso dolor se apoderó de mi cabeza. Era como si miles de alfileres se clavasen a la vez en mi cerebro, no, mucho peor que eso. Como si mis neuronas se derritieran. Era un dolor insoportable, tanto, que no pude reprimir más el grito que afloraba por mi garganta.
Me desplomé en el suelo, con las manos apretándome las sienes. Solo quería que parara. No sabía si podría soportarlo.
-Para, por d... -volví a chillar de dolor- Nica, por el amor de Dios, ¡para!
No supe si contesto, si paró o simplemente siguió ignorándome. No aguanté más el dolor y caí inconsciente en el suelo.


Betsi era rápida y fuerte, pero en lo referente a la coordinación, era sumamente nula; no acertaba ni una.
Solo sabía atacarme, bueno, si a lo que hacía se le llamaba atacar; porque se lanzaba hacia mí con un grito feroz, con los dientes desenfundados y salía disparada hacia el lado opuesto de la habitación. La mayoría de las veces acaba chocándose contra la pared al no ser capaz de frenar.
A mi, me daba pena atacarla, era como que me daba miedo hacerle daño. Yo me quedaba quieta, esperando a que volviera a saltar sobre mi y cuando veía oportuno me apartaba para dejar que ella solita se empotrara con algún mueble de la casa. Le había enseñado a noquear al adversario, a pegar patadas; aunque fuera en la espinilla, ya que eso suponía un gran punto de dolor y una oportunidad ventajosa y a pegar puñetazos; pero nada de eso servía, ni siquiera los había puerto en práctica.
Yo me encontraba justo en medio del salón, esperando, una vez más, a que se abalanzara sobre mi. Ella estaba subida en el primer escalón de la escalera un poco jadeante; algo que no entendía porque técnicamente estaba muerta y ya no necesitaba respirar, pero eran hábitos que se quedaban de la vida humana y teniendo en cuenta que ella hacía poco tiempo que la había dejado, era razonable.
Tenía tan asumido que volvería a realizar el mismo ataque, que cuando la perdí de vista no supe reaccionar. Me agarró por el brazo y me lanzó contra la pared. Fue un duro golpe, pero agradecía que no usara toda su furia.  Volvió a agarrarme, de nuevo por el brazo, pero esta vez sí supe que hacer. Con forme ella tiraba de mi para volver a lanzarme por los aires, cambié de posición, quedando detrás de ella con su brazo, pegado a su espalda, inmovilizado. La obligué a agacharse pegándole una patada en la parte posterior de la rodilla, las cuales cedieron y calló al suelo.
-¡Vale, vale! Me rindo.
-¡Por Dios!- ofuscada, la solté de mala gana y me aparté de ella- No se trata de que te rindas, sino de que contraataques.
-Bueno, creo que para ser el primer día... -alargó la ultima palabra- no ha estado tan mal, ¿no?
-No -negué con la cabeza- ha estado pésimo, pero bueno, menos mal que solo es el primer día.
-El Imperio Romano no se construyó en un día -me sonrió mientras se levantaba del suelo.
Fue imposible retener mi risa, había sido una buena comparación, pero una cosa no quitaba la otra. Quizás la presionara demasiado, pero tenía miedo de que le pudiera pasar algo y cuanto antes aprendiera a defenderse y a controlarse, sería mejor, no solo para ella, sino para todos; un vampiro descontrolado no es algo agradable de ver, aunque debía de reconocer que la noche anterior, cuando Nathe cenó con nosotros se mantuvo a raya. Pensé que pasaría algo, que se lanzaría al cuello de Nathe y lo matase. Pero bueno, también tenía razón, poco a poco es como se aprende; no se puede pretender correr sin saber andar.
Una de las cosas que odiaba demasiado de no ser un vampiro al cien por cien, era el sudor. Sí, ya sé que lo más lógico habría sido no sé; ser ¨más débil¨o ¨más vulnerable¨, pero no, yo odiaba el sudor. Aquella sensación de pegadez resbaladiza era asqueroso y me hacía oler mal.
-Iug -Betsi se llevó los dedos a la nariz- chica, hueles fatal.
-Lo sé -cogí la camiseta que llevaba con dos dedos y me la despegué de la piel- es Aug the Thessa.
-Pues no seria yo quien comprase esa fragancia.
-Gracias. Me pido primer para ducharme -la miré con desprecio y le di la espalda para subir las escaleras, aunque me detuve a mitad de camino y volví a dirigirme a ella-. Por cierto, a pesar de que te he dicho que has estado pésima... muy bien para ser tu primer día -le sonreí y me metí en el cuarto de baño dispuesta a acabar con aquella peste.


No sabría decir a ciencia cierta qué era lo que había pasado, lo último que recordaba era un dolor atroz en la cabeza. Por lo demás, todo estaba en negro, solo recordaba haber estado con Nica, Pangroms y Gabriel y que ese último se había cargado al segundo.
Estaba tirado en medio del bosque, sobre las hojas muertas de los árboles. Me llevé las manos a la cabeza al recordar el dolor tan intenso que había sentido, pero ya no había nada, todo estaba bien. Me incorporé y miré a ambos lados. Estaba solo, en el último lugar que recordaba, aunque con anterioridad Nica y el cuerpo de Pangroms se encontraban allí, pero ya no.
-Hija de puta -susurré mientras terminaba de ponerme en pie.
Los recuerdos me iban viniendo de poco a poco. Lo primero que me vino a la cabeza fue la imagen de Gabriel con el corazón de Pangroms en la mano; luego a Nica arrodillada al lado del muerto y por último a esta misma machacándome el cerebro y decir que me iba a arrepentir de lo que había hecho. Me había metido en un lío con una bruja sin hacer nada, desde luego, el día iba mejorando por momentos.
Decidí que lo mejor sería salir de allí, después de todo lo que había pasado en ese lugar me daban escalofríos de tan solo pensar que estaba solo. No tardé mucho en llegar a la casa de Gabriel. Su coche ya no estaba, pero el mío se encontraba justo donde lo había dejado y sin un rasguño.
A medida que iba conduciendo, me acordé de que Thessa tenía mi chaqueta. No es que fuera un problema, tenía montones de chaquetas, pero no dejaba de ser mía y aunque estaba rota si iba a por ella al menos sería una buena excusa para verla a ella. Me estaba metiendo en la boca del lobo y lo peor de todo es que no sabía el camino de salida. Seguía en mi postura acerca de que le debía mi lealtad a Gabriel, por mucho que a veces decayera en aquellos preciosos ojos que tenía la chica, su hermano era mi jefe por así decirlo, aunque tampoco quería entregársela en bandeja. Mi cabeza estaba hecha un lío.
Lo que más me gustaba de la zona en la que vivía Thessa es que siempre había aparcamiento, pocas veces se encontraba tan fácilmente. Aquello era todo un lujo.
Subí con calma las escaleras hasta llegar al loft y llamé a la puerta, a pesar de todo, yo seguía siendo todo un caballero con modales.
-Oh, hola Elhija -saludó Betsi al abrir la puerta- ¿qué haces aquí?
Realmente me decepcioné un poco al verla a ella, no me esperaba que fuera Betsi la que me recibiera, sino Thessa, pero de todos modos, no importaba mucho.
- Vengo a ver a Thessa, tiene que darme algo.
-Ah, pues se está duchando, aunque no creo que tarde mucho
-Ah bueno, pues... la esperaré -le dediqué una sonrisa amistosa.
-Genial.
Betsi se hizo a un lado para dejarme entrar, pero cuando fui a poner el pié en el interior, algo me detuvo, como si fuera una pared invisible. Aquello me llevó automáticamente a recordar el campo de fuerza en el que Nica nos encerró a Thessa y a mi en el bosque. Aquello de lo malo malo, tenía algún sentido, pero el que no pudiera entrar en casa de Thessa.... no tenía ninguno.
-¿Qué cojo....
-Oh, es verdad, que despistada -rió dándose un pequeño golpe en la frente con su mano- es una protección que tiene Thessa en la casa, no deja entrar a los seres sobrenaturales a no ser que sean invitados.
-Entiendo.
-Lo siento, no sé si yo puedo invitarte a entrar, es decir, ahora vivo aquí, pero técnicamente no soy dueña de la casa, solo es algo temporal y bueno...
-Podemos probar -la interrumpí, no me importaba lo más mínimo aquella explicación.
-Sí -asintió con un movimiento de cabeza- bueno, pues... pasa, supongo, no sé -se encogió de hombros y se alejó de la puerta.
Una vez explicado, lo cierto es que tenía sentido. Era una buena forma de estar a salvo en tu propia casa.
Decidido, volví a intentarlo con la pequeña esperanza de que la invitación de Betsi funcionara. Un diez por cierto me decía que  iba a funcionar, como ella había dicho, residía allí temporalmente; pero el noventa por ciento restante me decía que no, también había añadido que solo era temporalmente. El diez por ciento minoritario estaba en lo cierto. Funcionó y yo no pude resistirme a sonreír con satisfacción.
-Pues sí, sí que ha funcionado -le dije sonriente.
-Sí. Bueno, yo estoy en la cocina terminando de hacer unas cosas, siéntate -me señaló el sofá- no tardará.
-Bien -asentí y me dirigí al mueble para sentarme, entonces me acordé y volví a dirigirme a ella-. Por cierto Betsi.
-Dime.
-¿Qué tal estás? Es decir... ¿cómo llevas esto de ser... -no fui capaz de terminar la frase, sabía lo duro que podían ser los primeros meses, yo mismo lo había vivido.
-Bueno -se encogió de hombros- no lo llevo tan mal. Es decir, que podía ir peor. Hasta hace un rato Thessa me ha estado enseñando a luchar y a defenderme.
-¿Y? -sonreí complacido por su respuesta. No quería que aquella chica sufriera, era maja- ¿Qué tal?
-Pésimo -los dos nos echamos a reír- pero bueno, ya habrá tiempo de acostumbrase.
-Sí -asentí.
Ahí finalizó la conversación; ella volvió a hacer lo que estuviera haciendo y yo me quedé apoyado en el sofá metido en mis pensamientos y mis problemas hasta que escuché la voz de Thessa e instintiva e inevitablemente, levanté la cabeza para verla.
-¡Betsiiiiiiiiiiiiiii! ¡Ya te puedes duchar!
Después de verla, me arrepentí de no haberme quedado con la cabeza agachada.


2 comentarios:

  1. *-* Te parece bonito? Dejarme así, como le habrá visto? Yo quiero saberlo! Necesito saberlo! D:
    Me encanta como se comporta Elhija *-* es tan monoso aiins me lo comoo xd
    Genial capítulo preciosa! Si fuese un libro, me lo leería en 1 día! Si es que es perfecto!
    Para cuando el siguiente? :)

    ResponderEliminar
  2. JAJAJAJAJAJAJA ahora todas amáis a Elhija, pero antes lo odiabais.... desertoras!

    ResponderEliminar