martes, 14 de enero de 2014

Capítulo 24.

Tenía a Thessa agarrada por la cintura, con una mano apretada en su zona lumbar y con la otra agarrando con fuerza la muñeca de la mano que casi me abofetea. Nuestras caras estaban tan juntas que podía casi rozar sus labios. En realidad era lo que quería, sentir sus labios sobre los míos, pero no debía permitirlo, tenía que mantener el control y volver a mi estado de calma habitual, no podía permitirme esos sentimientos hacia ella.

Quizás fue la confusión del momento lo que me llevó a estar así, a estar apunto de besarla. En realidad quería hacerlo, pero entonces admitiría que sentía algo por ella y eso no podía dejar que pasara.
Notaba su respiración jadeante en mis labios, cálido y con toque olor a fresa cítrica. Ella tenía los ojos cerrados, apretados con fuerza más bien, pero yo no podía estar más despierto, quería presenciar ese momento, tenerlo grabado en mis retinas, pues sabía que probablemente nunca más volvería a vivirlo.
Estábamos tan cerca, pero a la vez tan lejos... Me acerqué un poco más, estrechando el pequeño espacio que nos separaba, mi labio inferior rozaba el suyo y.... Un chasquido nos sobresaltó a ambos.
Thessa se separó con un bote hacia atrás y yo la solté.
-¿Qué ha sido eso? -jadeó Thessa con una mano en el pecho.
Pasé por su lado y me asomé al exterior para ver si había alguien o algo, pero estábamos solos.
-Fuera no hay nadie, probablemente haya sido una rama del fuego.
-Sí... habrá sido eso.
La miré de reojo, no me atrevía a mirarla directamente después del momento que habíamos tenido. Ella me estaba mirando, con los ojos vidriosos y un leve rumor en sus mejillas, con el corazón acelerado como el de un colibrí. Eran esas cosas las que me llamaban la atención de ella. Parecía tan frágil a simple vista... pero luego era fuerte como un roble y sabía mantenerse en cualquier situación, incluso podría decir que era más fuerte que yo.
-¿Qué pasa? -susurró metiéndose un mechón de pelo tras la oreja.
-No, nada -sacudí la cabeza.
-Bien.
Me senté donde había estado hace un rato. No sabía que decir, la situación era bastante incómoda. Habíamos estado tan cerca de besarnos.... *Eres un completo estúpido, Elhija, ¿qué diría tu padre de ti?*. Mi padre había sido un hombre fuerte, siempre me decía que tenía que mantener el control de la situación, ser yo dueño de mis actos y sentimientos y no estos los que me manejasen a mi, pero había flaqueado por un momento y luego no había podido recuperar el control, no tenía que volver a pasar. No podía volver a pasar.
-¿Me has escuchado?
Atontado por mis debates mentales, no había escuchado nada de lo que la chica me había dicho, al parecer, me estaba contando algo.
-¿Qué?
-Ains. ¿Me vas a hacer volverlo a repetir?- suspiró con efusividad-. Te estaba pidiendo disculpas, por lo de antes.
-¿Por qué? -me erguí en mi sitio *¿Me está pidiendo perdón porque casi nos besamos?*.
-Por haberte tratado así, no sé... -agachó la cabeza, por suerte, su lado rapado me permitía seguir viéndole la cara- me has salvado.... otra vez.
-¡Ah! - mentalmente, debí de reconocer, suspiré de alivio- no hay de que.
-Pero, de todos modos ¿me vas a decir qué hacías allí? Y no me digas que dando un paseo como la vez anterior, no te creo.
No pude evitar sonreír  a la nada. Cogí un par de piedrecitas que había en el suelo y comencé a tirarlas al fuego, no podía estarme quieto ni un minuto.
No sabía que responder. Obviamente no podía decirle que estaba allí porque su hermano me lo había ordenado, pero cualquier otra excusa sonaría a eso... a una excusa. Tenía que actuar rápido y con cautela.
-Te estaba siguiendo -respondí finalmente.
-¿Qué? -la chica me miró con perplejidad, con una ceja levantada, un gesto muy común en ella.
-Pensé que podías necesitar protección, no me gusta que andes por ahí sola sabiendo que un psicópata quiere hacerte daño.
-Oh -volvió a agachar la cabeza- ¿y qué te hace pensar que no pudo defenderme sola?
-No creo que no puedas hacerlo -dije con media sonrisa en los labios- simplemente, he dicho que no me gusta que vayas sola, se le llama preocuparse por alguien ¿sabes?
-Ya.
Fin de la conversación. En cierto modo no le había mentido, sí que me preocupaba por ella, pero eso no iba a servir de mucho si Gabriel nos encontraba allí.
Me la quedé mirando, otra vez. El fuego se le reflejaba en sus ojos, cada uno de un color, me gustaban, eran diferentes; y le daban cierto brillo a su pálida piel, podía decir incluso que estaba guapa a pesar de tener la ropa embarrada y el pelo lacio y encrespado. Ella levantó la cabeza y me miró. Nos quedamos mirando, analizándonos el uno al otro; me preguntaba si ella le estaba dando vueltas a lo ocurrido, a que casi nos besábamos, pero luego caí en que tenía una relación de ¨más que amigos¨  con Caleb. Pensar en Caleb con ella hacía que la sangre me hirviera, me gustaba, era un tipo majo a pesar de que sabía que yo a él no le caía nada bien, pero no lo veía lo suficientemente bueno para Thessa.
-¿De qué los conoces? -rompió la chica el silencio si apartar sus ojos de mi.
-¿Qué? -no sabía a lo que se refería- ¿A quienes?
-A los dos brujos, llamaste al hombre por su nombre, Pangroms o Pambros o como sea que le dijiste.
-Oh.
Me había vuelto a pillar con la guardia baja, iba a tener que inventarme otra historieta de las mías, por suerte, mi imaginación no carecía de límites.
-Tuve que requerir de sus servicios como mago hace un par de años.
-¿Para qué?
-¡Qué más da eso! -me encogí de hombros para restarle importancia al asunto.
-A mi me importa. ¿Hechizo de día? -continuó con su interrogatorio.
-No, algo más gordo -sonreí tirando otra piedra al fuego-. Adivina.
-Ums... ¿magia negra?
-¿Qué te hace pensar eso? -reí- ¿Me ves con pinta de que me vaya la magia negra?
-No sé.
-Sí, magia negra -afirmé.
-¿De verdad? -abrió los ojos sorprendida- ¿Para qué?
-¿Has odio hablar del hechizo que trae a los muertos del más allá? -bajé el tono de mi voz para dar más misterio al asunto.
-Sí, algo he oído y leído en mis grimorios, pero es un hechizo que requiere mucha magia, incluso algún que otro sacrificio. Podría llegar a matar al brujo que lo realice.
-A Daniel una vez le mordió un hombre lobo, ya sabes, los mordiscos de hombre lobo son letales para un vampiro. Primero llegan las fiebres y los sudores fríos y tras varios días de agonía... -vacilé solo de pensarlo- la muerte.
En realidad, no la estaba mintiendo, bueno, solo un poco. No era cierto que había necesitado a Pangroms para hacer un hechizo que devolviera la vida a Daniel, como ella había dicho, requiere una cantidad de magia negra incalculable y que probablemente matara al brujo o bruja que lo realizase, pero sí que era verdad que a Daniel le había mordido un hombre lobo.
-Pero el mordisco de un hombre lobo se cura bebiendo sangre del hombre lobo que te ha mordido -apuntó.
-Lo sé, pero al principio no lo sabíamos, Pangroms nos lo dijo.
-Ams...
-Yo tampoco te he dado las gracias -reconocí.
-De nada, supongo.
-¿Siempre eres tan arrogante? -sonreí viendo cómo hacía círculos con una rama en el barro.
-Nop, solo a veces -me miró y sonrió también.
-Entiendo, entonces es que siempre te pillaré de mal humor...
Canteé la cara, pero seguía viéndola por el rabillo del ojo. Estaba sonriendo con una sonrisa amplia que le quedaba tan bien dibujada en la cara.
-Será eso.
-Sí -afirmé.
Aquella situación me estaba resultando un tanto extraña, ella no era como me había imaginado, bueno, como Gabriel había hecho que me la imaginase. Antes de conocerla la veía como un monstruo, un ser único sobre la faz de la Tierra que le había hecho la vida imposible a su hermano, pero me estaba dando cuenta de que era al revés, que era Gabriel el que le estaba haciendo la vida imposible a Thessa y pensar aquello me mosqueaba porque yo le había ayudado a hacerlo, solo durante un par de  siglos, pero aún así, le había ayudado. Aunque en algo no me equivocaba, ella era un ser único en la Tierra.
Pensar en todo aquello me llevó a preguntarme si la historia que nos había contado Gabriel al respecto era cierta. Él me dijo que Thessa había matado a su padre y que años después le había lavado el coco a su madre para que ésta le quitara los poderes y se los cediera a ella para que fuera más fuerte, pero que cuando su madre murió, solo recuperó la mitad y solo estando cerca de Thessa obtenía la totalidad de sus poderes. Me preguntaba si todo eso era verdad, por lo que me aventuré a confirmarlo.
-¿Por qué te persigue Gabriel?
Sorprendida por mi pregunta, levantó la cabeza tan rápido como un zorro cuando ve a su presa. Me miró detenidamente, dubitativa hasta que rompió el silencio.
-Sinceramente, no lo sé -negó con la cabeza.


Aquella pregunta me pilló por sorpresa, no me esperaba que me saltase con aquello, pero en cierto modo, tenía derecho a saberlo ¿no? Dudaba entre si contestarle con la verdad y decirle alguna mentirijilla piadosa. La verdadera historia solo la sabían Betsi y Caleb, ¿realmente podía confiar en Elhija?
-Me odia -respondí finalmente.
-¿Por qué?
Me limité a encogerme de hombros  y a seguir enredando con una rama que había cogido del suelo.
-¿Por qué dices que te odia? -insistió.
-Piensa que maté a su padre y que le robé sus poderes -sonreí con sarcasmo- vamos, lo que cualquier hermana le hace a su hermano mayor.
Me vino a la cabeza la imagen de Gabriel cuando encontró a su padre muerto en el bosque. No era algo que le desease a nadie, ni incluso a mi peor enemigo, que en este caso era él. Antes de todo aquello, nos queríamos, éramos hermanos, teníamos nuestros más y nuestros menos pero como cualquier pareja de hermanos; pero después de éso, todo cambió entre nosotros.
Recordar aquello me hizo estremecer. Un pequeño escalofrío me recorrió el cuerpo y tener la ropa mojada no ayudaba.
-¿Tienes frío? -Elhija se acercó a mi y me tendió su chaqueta- Toma.
-No, no -negué con la cabeza sin mirarlo- estoy bien.
-Deja de hacerte la dura, anda -pasó su chaqueta de cuero por encima de mis hombros.
Fue agradable notar su peso en mi cuerpo. Estaba algo  manchada, pero, al ser de cuero, el interior se había mantenido exento del agua y estaba seco. Olía a él, una mezcla de canela y colonia de hombre. Metí la nariz bajo el cuello de la chaqueta e inspiré levemente.
-Gracias -sonreí dándome la vuelta para mirarle.
-De nada -respondió con un asentimiento.
Nos quedamos mirando un pequeño segundo que para mi se hizo tan largo como una eternidad, entonces, como un flas, la escena del casi beso vino a mi mente como un rayo. Recordarlo hizo que me ruborizara. Me cabreé conmigo misma por haber tenido aquella reacción y haber dejado que hubiera sucedido, bueno, técnicamente no había sucedido nada, por suerte. A mi Elhija, no me gustaba, sí, tenía que reconocer que era guapo, pero a quien quería era a Caleb, no a él.
El chico se levantó de un salto y se sacudió los pantalones bajo mi atenta mirada.
-¿A dónde vas? -pregunté.
-El fuego se está apagando -lo señaló con el dedo- voy a por algo de leña, aunque ya he visto que eres capaz de encender hasta un tronco mojado.
*¿Eso ha tenido doble sentido o me lo ha parecido a mi?* Elhija me miró sonriente, algo que hizo que me pusiera aún más colorada y mi cabreo mental conmigo misma aumentase. Rezaba porque no pudiera notarlo.
-Bien -le aparté la mirada.
Le perdí de vista nada más salir de la cueva. Estaba lloviendo a raudales y no tenía pinta de que dejase de hacerlo.
*Caleb debe de estar preocupado por mi, buf....* Estaba atrapada en un bosque, con la última persona con la que me gustaría estar y olía que echaba para atrás, desde luego, no estaba siendo mi día.


-¿¡Sabes algo de Thessa!? -me preguntó Betsi con un grito desde el otro lado de la cocina.
-No, solo lo que pone en la nota.
Estaba preocupado, hacía ya un par de horas que la chica se había marchado y no había vuelto a recibir noticias suyas. No es que no supiera que podía cuidar de sí misma, pero saber que estaba sola, en una ciudad que no conocía, con un loco que la estaba buscando y que la había llamado al teléfono pero lo tenía apagado, no es que me inspirase mucha confianza.
-Eso no sirve de nada -contestó dejándose caer en el sillón a mi lado.
-Lo sé, pero no hay otra cosa -me encogí de hombros, con la nota aún entre mis manos-. ¿A qué hora venía Nathe?
-Puuuuuuuues.... -se miró la muñeca donde había enroscado un reloj de color rosa chillón- exactamente en unas tres horas.
-De puta madre -resoplé.


Elhija soltó un par de troncos sobre el fuego, terminándolo de apagar. Unas chispas saltaron de las pocas brasas encendidas que quedaban que llegaron hasta mis pantalones. Asustada, me levanté de un salto y me sacudí la zona baja del pantalón donde habían caído.
-¿¡Eres tonto!? -grité enfurecida.
-Lo siento, no pensé que...
Un chasquido llamó mi atención. Instintivamente, levanté la mano y le puse el dedo índice en los labios para hacerle callar. Había sido un ruido sordo, cercano, pero a la vez pequeño, como si alguien hubiera pisado una rama seca en el suelo, algo que me estañaba con el tiempecito que hacía.
Volví a escucharlo, esta vez más cerca. Elhija debía de haberlo oído también, pues se canteó hacia fuera a la vez que yo.
Otro chasquido y otro más. Cada vez eran más cercanos. Mis colmillos salieron de sus fundas sin necesidad de ordenarlo y mis ojos también reaccionaron ante tal situación. Elhija me miró confundido. Pegó un pequeño bote al verme así, algo lógico, estaba ya acostumbrada, solía pasar.
Percibí un olor, era un olor de persona, no sabía si humano o sobrenatural, pero sabía que alguien había ahí. Con cautela, bajé la mano que reposaba sobre los labios del chico y a toda velocidad salí de la cueva exponiéndome a la fría agua del exterior.
Estaba en lo cierto, había otra persona allí, no podía distinguirla por la intensidad de la lluvia, pero no me lo pensé dos veces, respiré hondo, cuadré mis hombros, me puse en posición de ataque y me lancé hacia él.
Le pillé desprevenido, pues no me resultó muy difícil noquearlo. Asesté una fuerte patada en su costado y le agarré de la nuca para obligarlo a caminar hasta el interior de la cueva. Una vez dentro tiré de él hacia atrás y lo empotré contra la fina roca, con su cuello entre mis manos.
En un primer momento no supe quien era, pero luego, me fijé bien y vi que se trataba de una persona conocida. Era Daniel.
-¿Interrumpo algo? -susurró, pues mi mano le apretaba la traquea y no le permitía alzar la voz.
-¡Imbécil! -chillé soltándole- ¡Tú no sabes el susto que nos has dado! ¿Qué haces aquí?
El chico calló de rodillas al suelo. Se llevó las manos a la garganta y se la frotó. Me sentía mal por haberle tratado así, después de todo, no me caía tan mal a pesar de ser tan cabrón.
-Le he llamado yo -respondió Elhija a mi espalda.
-Genial, no tenía suficiente con un hermano, que ahora me viene el otro -susurré.
-¿Has hecho lo que te pedí? -debió de preguntarle a Daniel, pues yo no sabía que se refería- Ah y ya sabes que no somos hermanos.
-Me da igual -bufé.
-Sí, ya está roto.
-¿Qué? -le miré de reojo- ¿Qué está roto?
-Podéis salir de aquí -aclaró con la voz algo más normal.
-¿Qué? ¿Cómo? -*¡soy libre! Espera... ¿soy libre?*.
-Le llamé para que nos pudiera ayudar, conocemos a una bruja, es poderosa y teniendo en cuenta que el campo de fuerza estaba ligado al Sol y no hay mucho Sol -señaló con una mano al exterior- ha sido capaz de liberarnos.
*¡Sí, eres libre!* Mi mini yo se puso a bailar la conga sobre mi cerebro. Podía volver a casa y acabar con aquel maldito día.
-Gracias, gracias, gracias.
Me abalancé sobre Elhija y le besé en la mejilla, luego me arrepentí de haberlo hecho y le solté dando un paso hacia atrás.
-¡Eh! Que el que ha hecho el trabajo sucio he sido yo -replicó Daniel.
-Ems... gracias. ¿Por qué no me habías dicho nada? -le reproché con los brazos en jarra.
-¿Para qué? ¿Para que no funcionara y te decepcionases aún más?
-De igual modo -sonreí- gracias.
Tenía razón, había sido mejor que no me hubiera dicho nada, en el caso de que no hubiera funcionado, me habría deprimido aún más , si es que era posible, y solo me habría hecho sentir peor.
Nos quedamos varios minutos más, mientras Elhija le contaba a Daniel lo que había pasado y después nos pusimos en marcha. Yo estaba cansada y a penas tenía fuerzas para correr, pero el simple hecho de saber que estaba sana, con más de un rasguño eso sí, aunque la herida del brazo ya había cicatrizado hacía unas horas; y de que iba a llegar a casa, me bastaba.
Elhija se empeñó en acompañarme hasta casa, a pesar de que me negué varias veces, ya le había hecho pasar por mucho ese día, él no aceptó un no por respuesta, por lo que acabé por desistir y le dejé que me llevara en coche hasta la puerta. Pensé que con llevarme hasta casa bastaba y que decía en sentido metafórico que me acompañaría hasta la mismísima puerta del loft, pero no, no fue así.
-No hacia falta que me acompañases hasta aquí eh -sonreí- sé cuidar de mi misma.
-Ya lo sé, he visto la paliza que le has dado al pobre Daniel -re rió.
-Sí... me asustó -metí las manos en el bolso y saqué las llaves- no fue mi culpa.
-Tiene por costumbre asustar a las damiselas, así es como suele triunfar con las damas.
-Pues conmigo lo lleva claro -bromeé dejándome caer sobre la pared con los brazos cruzados-. ¿Y qué bruja ha sido nuestra salvadora? Porque no me lo habéis dicho.
-Te sorprendería si lo supieras -sonrió de lado haciendo movimientos con las cejas para hacerse más el interesante. Le quedaba muy sexy.
-Me gustan las sorpresas.
-La chica que trabaja con Caleb en la pizzería.
¡Vaya! Eso sí que era una sorpresa. No podía verme la cara, pero por la expresión que puso Elhija, supe que era un poema. Entonces recordé aquella sensación extraña que sentí el día que la conocí. *Claro... eso lo explica todo*.
-No me lo esperaba la verdad -susurré apartando la mirada de su rostro.
-Ya lo he visto. Bueno, será mejor que me vaya.
Pasó su mano por mi mejilla, acariciándola con suavidad, un roce casi inexistente que me llevó a levantar la cabeza y volver a fijar mi mirada en él. Cogió un mechón de mi pelo y lo deslizó por detrás de mi oreja, dejando su mano descansar allí.
-Sí -susurré- será lo mejor.
-Sí -asintió con un susurro- Buenas noches.

Se agachó, me besó en la mejilla y se marchó. Fue un beso que me pilló por sorpresa, pero a la vez agradable. Una sensación extraña se apoderó de mi estómago, como un revoloteo de mariposas. Disfruté del momento durante un rato, unos pocos de segundos, pero la culpabilidad apareció de golpe y sin previo aviso. *¡Hipócrita!*
Metí la llave en la cerradura y abrí la puerta con cautela, puede que suene extraño, pero me dolían hasta las uña de los pies. Cogí aire y cerré la puerta de un empujón.
-¡Thessa está en casa! -grité.





3 comentarios:

  1. Ahora entiendo porque tanto con leer este capítulo!
    Muy bonito, si yo fuese Elhija la besaba. Que más da, si digo yo que Thess ya se imaginara que le gusta, porque se acercó tanto xd hay que ser tonta para no notarlo xD
    Lo que no entiendo es A donde se fueron los brujos, Daniel habría la cápsula, pero y los otros?
    No me esperaba nada que la chica de la pizzeria fuese maga, aunque no entiendo porque la primera vez que Elhija salio en la novela le asustó A la maga o algo así. Yo quiero saber porque xD
    Sigo pensando que se tienen que unir y pelear contra Gabriel. Son muchos más!
    Este capítulo ha sido muy bueno, pero un poco corto no crees? Bueno, da igual, A sido perfecto :)
    Besoos

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    1. A ver, en teoría los brujos salen antes de crear el hechizo jaja joe, eso es de cajón , sino también quedarían atrapados con ellos.
      Porque quería algo de ella que aún no tenía disponible. Elhija es un personaje complicado, ahora está hecho un lío y no sabe qué hacer porque el siempre se ha criado con el deber y lo correcto antes dejarse llevar y siente que le debe su vida a Gabriel, ya entenderás por qué jj

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    2. Pues que le en por culo a Grabiel y que peleen todos contra el joder! xD
      Y a lo de los brujos, me refiero que digo yo que se quedaron esperando a que llegara Grabiel para quitar el hechizo xD

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