domingo, 8 de diciembre de 2013

Capítulo 8.

Miré el despertador, solo eran las nueve de la mañana, pero el simple hecho de saber que ya no tendría más clases hasta después de las vacaciones de Navidad, me llenó de alegría.
Estaba enroscada en las sabanas, subidas hasta las cejas, *se está tan agustito aquí dentro... ojala pudiera vivir así*, pero no podía. A pesar de que no tenía nada que hacer, el sueño ya se había esfumado, por lo que decidí que sería mucho mejor darse una ducha de agua caliente y tomar un rico vaso de sangre, a esas horas entraba muy bien.
 Me deshice de mi coraza de franela y el frío invadió mi cuerpo. Me quedé un rato sentada, mirando a la cama pensando en si volver a meterme dentro sería la mejor opción, el mundo era mucho mejor que fuera, pero no podía ser tan cobarde.
A pesar de las pocas ganas que tenía, cogí unos vaqueros ajustados y un suéter azul oscuro, junto con la ropa interior y me metí en el cuarto de baño, lo que no sabía es que tenía que haber llamado primero ya que el baño era compartido.
Abrí la puerta de golpe y lo que vi no fue muy agradable. Caleb estaba saliendo de la ducha y por supuesto, no llevaba nada encima. Lo miré atónita igual que él a mi, no me esperaba; yo solía dormir hasta muy tarde cuando no tenía nada en que emplear mi tiempo. No sabía que hacer, me quedé paralizada, mirándole *¡Oh my God!*. Cerré la puerta de un portazo y me quedé apoyada en ella, pensando en lo que acababa de pasar. Había sido muy bochornoso, por mucha confianza que tuviera con él, nunca le había visto desnudo.



En mi mente solo estaba la imagen de Thessa abriendo la puerta de su habitación y su cara en forma de ¨o¨ al verme saliendo de la ducha. Se repetía una y otra vez y cada vez me daba más vergüenza. Mi mejor amiga, mi compañera de piso, la chica que... bueno, Thessa me había visto desnudo, completamente. Me sequé con la toalla a toda prisa y me puse unos vaqueros y una camiseta negra de manga corta.
En esos momentos no sabía que hacer cuando la viera, no sabía si hacer como que no había pasado nada o decirle que estaba bien, viviendo en la misma casa desde hace siglos, lo raro es que no hubiera pasado antes.
Salí del cuarto de baño por la puerta de mi habitación, lo mejor sería que fuera a desayunar mientras que Thessa de aseaba y después irme a la pizzería, así tendría todo el día para pensar en lo que había pasado y saber qué hacer *pero no ha pasado nada, solo te ha visto desnudo, bueno, seguro que ha visto a más chicos desnudos ¿no? Menudas preguntas te haces Caleb, pues claro que ha visto a más...* Al parecer ella había pensado que lo que mejor le vendría era desayunar y luego ducharse.
-Buenos días.
Como era habitual en ella, estaba apoyada en la encimera, aún con la ropa sucia del día anterior y con su vaso de sangre pegado a los labios.
-Buenos días -contesté, siendo incapaz de mirarla a la cara.
*Vas mal, no hagas eso, no seas estúpido, solo te ha visto en bolas, nada más. ¡¿Nada más?! Joder, ¡me ha visto en bolas!*. Abrí el frigorífico para coger la leche y la mantequilla, pero, la leche no estaba allí. Asomé la cabeza por detrás de la puerta y vi que estaba en la encimera, justo al lado de Thess *genial*.
-¿Me pasas la leche? Por favor.
-Sí, claro -vino hacia mí con la cabeza gacha y me entregó el tetra brik.
Cuando fui a cogerlo, nuestras manos se rozaron y con un acto impulsivo, los dos soltamos el envase que calló al suelo, salpicándonos con pequeñas gotitas de leche.
-Mierda -espeté mientras me agachaba a coger el bote. *Genial, buena forma de empezar el día*.
-Caleb... -me replicó mi amiga, en señal de reproche, alargando la última sílaba.
-¿Qué? Tú también lo has soltado.
-Perdona.
Esa contestación tan borde por mi parte le pilló desprevenida. *Ella no ha tenido la culpa de verte así, además, seguro que está igual o más avergonzada que tú*.
-Lo siento -me disculpé, aún agachado- es solo que...
-Oye, si me vas a echar la charlita, está bien, no eres al primer tío desnudo que he visto. Bueno, vale, sí, ha sido raro, pero ya está, dentro de unos días nos estaremos riendo de esto.
*Ya has salido de dudas, sí que ha visto a más chicos desnudos, aunque no sé de que te extraña, tiene setecientos cincuenta y seis años, no es de piedra*
-Está bien -asentí sonriente.
-¿Puedo usar ya el baño o vas a salir de la nada en...
-¡Thesa!
-¿Qué? Era  solo una broma -se rió mientras salía de la cocina, no sin antes voltearse para guiñarme un ojo.
-Seguro que no te haría tanta gracia si hubiera sido al contrario -le grité riéndome.
-Podemos comprobarlo, voy a meterme en la ducha ahora mismo.
Debía de admitir que esa respuesta no me la esperaba y tampoco podía imaginarme tal situación. Había vuelto a ganar, como siempre. Sonreí a la nada, estaba seguro que esa chica sería mi perdición.
Estaba terminando de recoger el desastre de la cocina *siempre se libra, la muy jodía*, cuando llamaron a la puerta. La verdad, era de extrañar que a esas horas viniera alguien a casa y mucho más cuando no conocíamos a nadie, pero no era plan de hacer como si no hubiera nadie en casa.
-Hola.
-¿ Betsi? ¿qué haces aquí?
-¿Está Thessa?
-No, bueno -vacilé un poco -se está duchando.
-Perfecto.
La chica me apartó hacia un lado y entró en la casa como su fuera la suya propia. Al menos, una cosa estaba segura, había atravesado la barrera protectora que Thessa creaba cada vez que nos mudábamos, no era un ser sobrenatural.
-Ya te he dicho que se está duchando, pero bueno, puedes esperarla ahí sentada -le señalé el sillón- no creo que tarde.
-Pues si no crees que tarde, tenemos poco tiempo.
-¿Cómo? -no sabía de qué estaba hablando, pero mis dudas sobre si era rarita o no, se habían confirmado.
-A ver, Thess hace los años mañana, son sus dieciocho, hay que hacerle una fiesta sorpresa.
*Mierda*. Me habría pegado a mi mismo si no estuviera la chica delante. *Su cumpleaños, se me había olvidado*. Claro, dieciocho... teníamos que mantener la tapadera. Yo a ojos de los demás aparentaba unos veinte-veintiuno, pero Thess era bastante más pequeña que yo. No solíamos festejar nuestros cumpleaños, ya eran muchos años cumplidos, pero sí que nos hacíamos algún regalo, el cual, a mi, se me había olvidado comprar.
-Ella nos dijo a Nathe y a mi que no quería una fiesta, solo algo íntimo pero sé que en el fondo no es así.
-Si Thess dice eso, es por algo, créeme...
-Y bueno, como tú eres su hermano, hemos pensado que podías ayudarnos a organizar la sorpresa -me cortó sin dejar acabar la frase-. ¿Nos ayudarás?
En esos momentos estaba en un aprieto. No podía decirle que no, por que ¿qué clase de hermano sería si no ayuda a la única amiga de ¨su hermana¨ a hacerle una fiesta sorpresa? Pero por otro lado, sabía muy bien que a Thess no le sentaría nada bien si se enteraba.
-De acuerdo, claro -tras varios segundos de dudas, accedí, *ya se lo compensarás*.
-¡Ay! Gracias -Betsi chilló, acompañado de un pequeño saltito de alegría-. Bien, pues habíamos pensado en hacerle una fiesta sorpresa en el bar del pueblo, lo podemos alquilar, mi tío es el que lo lleva y bueno, ya que no conoce a nadie, envié invitaciones por Facebook a todo el instituto.
-¡¿A todo el instituto?! -recé porque el grito no hubiera sonado tan alto como me pareció.
-Sí, bueno.... ya sé que quería algo íntimo y que yo no es que sea relaciones públicas, pero una fiesta es la mejor manera de conocer a la gente.
-Puf... eso es mucha gente -definitivamente, había metido la pata.
-Bueno, eso da igual -hizo un gesto con la mano para restarle importancia al asunto-. Lo que importa es que ella se lo pase bien. Será a las seis de la tarde. Contábamos con que la llevases tú.
-Sí, claro.
-Vale, gracias -se abalanzó sobre mi y me achuchó entre sus brazos, quedando los míos inmóviles por el apretón.
Me quedé quieto, sin responder  a su abrazo. No conocía de nada a esa chica.
-¿Betsi? - Thessa nos sorprendió en lo alto de la escalera y la chica se apartó de mi tan rápido como me había abrazado- ¿Qué haces aquí?
-Esto... yo.. bueno...
-Vino a preguntar cómo te encontrabas, avisé al instituto de que estabas mala y por eso no fuiste ayer -añadí rápidamente. Ver a la chica tan nerviosa me dio un poco de pena.
-Sí, eso, sí -asintió nerviosamente con la cabeza-. Bueno y... ¿cómo estás?
-Um. Ya mejor, sí, la cabeza ya no me duele tanto.
-Me alegro.
-Gracias.
-También venía a buscarte, para lo del café, ya sabes.
-¿Café? -repitió Thessa sorprendida.
Por su cara de asombro, supe que mi amiga no sabía nada y yo estaba empezando a notar que sobraba allí. *Lo mejor será que me vaya a terminar de preparar el desayuno y me vaya al trabajo*. Quizás, si me daba tiempo, iría a por el regalo de cumpleaños de Thess, estaba seguro que si no le regalaba nada, se decepcionaría un poco.
-Bueno chicas, yo me voy a la cocina, os dejo aquí hablando de vuestras cosas.
-Adiós hermano de Thessa -se despidió la chica peliroja.
-Puedes llamarme Caleb ¿sabes? -el que estuviera llamándome ¨hermano de Thessa¨ con esa vocecilla irritante cada vez que me veía, era algo molesto.
-De acuerdo -asintió.
Dejé a las dos chicas en el salón mientras yo me fui a terminar de recoger la leche vertida en el suelo, aunque cuando entré, ya no había mucho que recoger. Gato se estaba bebiendo lo que se había derramado. A veces, no me caía tan mal ese estúpido gato.


Terminé de bajar las escaleras para acercarme un poco más a mi compañera. Pero no sabía a qué se refería con eso del ¨café¨ a mi nadie me había dicho nada en ningún momento.
-Te envié varios sms ayer -me explicó- pero no contestaste a ninguno. Supuse que estarías dormida o algo y bueno, Nathe y yo tenemos costumbre de desayunar juntos el día siguiente al de las vacaciones y queríamos que vinieras con nosotros.
*¡Mi móvil!* Claro, ahora lo entendía todo, se me debió de caer en el bosque, porque la última vez que recordaba haberlo visto había sido al cambiarme de ropa antes del entrenamiento.
-Oh, sí... los mensajes, claro -no me apetecía decirle que había perdido el teléfono, conociéndola, seguro que no pararía de hacer preguntas, por lo que opté por la solución fácil, la mentira-. Sí, es que lo leí tarde y pensé que sería mejor no contestar.
-Bueno, qué me dices ¿vienes?
La verdad que muchas ganas no tenía de salir a tomar nada y menos tan temprano, pero también me vendría bien salir de casa y distraerme un poco, por lo que tras varios segundos de debate mental, accedí a su propuesta.
-Sí, está bien. Iré.
-Bien, pues...  ¿nos vemos en media hora? En el Café Yoms. Había quedado con Nathe para hacer unas compras y ya llego tarde, pero allí estaremos.
-Sí, de acuerdo.
La acompañé hasta la puerta, por pura cortesía, nada más, no es que fuera a perderse en mi casa, mas que nada porque era enana y un cuadrado, no tenía perdida. Después de despedirme de ella, fui a la cocina, donde  Caleb estaba desayunando unas tostadas con mantequilla y mermelada de frambuesa que él mismo había hecho. No me gustaban mucho, pero tenía que  admitir que la mermelada olía muy bien.
-Oye ¿tú has visto mi móvil? No he vuelto a verlo desde antes de ayer.
Ocupado con la boca llena de comida, negó con la cabeza y le dio un trago a la leche para que el bolo pasara mejor.
-No ¿por qué? Lo tendrás por ahí perdido. Ya sabes como eres.
-¿A sí? ¿Y cómo soy? Dime -levanté la ceja para dar más seriedad al asunto.
-Una desordenada.
-Tss -esa fue mi respuesta a su adjetivo.
Lo dejé solo en la cocina, terminando su desayuno mientras que me iba a terminar de arreglar, si quería estar lista en media hora, debía de darme prisa.
Odiaba cuando Caleb se ponía en plan ¨te lo dije¨, ¨yo soy el listo, inteligente y más estratégico¨ y muchos más ¨blahs¨ que destacar. Estaba de acuerdo en que yo no es que fuera la persona más ordenada del mundo, pero entre mi desorden, siempre encontraba mis cosas y me encantaba eso, yo era feliz así.


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