jueves, 26 de diciembre de 2013

Capítulo 17.

Debía de admitir de que Caleb tenía razón en lo referente a Elhija, se las podía apañar sin mi. Cuando llegamos, Daniel fue el que nos abrió la puerta  con su habitual seriedad; ese chico no me caía muy bien, aún tenía pendiente una pelea mental, le tenía ganas por haberme llamado puta *gilipollas*.
Elhija nos estaba esperando en el salón y nos dijo que todo había ido bien, que Betsi aún no había despertado y que estaba en una de las habitaciones superiores; debíamos de tener paciencia, no tardaría mucho en despertar y que podíamos esperar allí en vez de trasladarla, por si acaso la transición se completaba en el camino, a si es que así lo hicimos.
Me senté en uno de los sillones que estaban junto al fuego, hacía bastante frío allí, era una casa grande y aún era muy temprano, por lo que no se había caldeado del todo. Caleb estaba de pié, dando vueltas de un lado a otro, no sabía qué era lo que le inquietaba tanto o quizás solo fuera para entrar en calor, aunque en el hipotético caso de que así fuera, tenía una maldita chimenea al lado; y Elhija estaba sentado, muy recto  bebiendo sangre de un vaso de cristal.
Me lo quedé mirando, había algo en él que me llamaba la atención, pero no podía decir con certeza el qué. Parecía un buen tipo, aunque sus cambios de humor eran como latigazos en la espalda, podía pasar de la seriedad más absoluta a ser la amabilidad personificada y todo, en los momentos menos oportunos.
Tenía la mandíbula muy apretada, al igual que la mano alrededor del vaso, pues sus nudillos estaban muy blancos, tanto que si hacía más fuerza, podría partirlo sin ningún problema. Estaba tan metida en mis pensamientos, que no me di cuenta de que él también me miraba a mi.
-¿Pasa algo, Thessa? -preguntó con seriedad.
-Ems... no -sacudí la cabeza para despejarme las ideas- no nada, es solo que...
Escuché un inhalación profunda, como cuando una persona ha estado apunto de asfixiarse y sus pulmones se han abierto de nuevo, dejando que volviera a entrar el aire.
-¿Qué? -levantó una ceja con ironía.
-¿No habéis escuchado eso? -señalé aturdida con el dedo indice hacia el techo.
-¿El qué? -Caleb se acercó más hacia mi, apoyándose en el respaldo del sillón- Yo no he oído nada.
-¿De verdad que no? Ha sido como un: aaaaah -imité el sonido, para que ellos pudieran oírlo también.
-Parece ser que nuestra bella durmiente ha despertado por fin -sonrió Elhija.


Me hallaba en una habitación oscura, no había ni una pizca de luz que me indicara que allí había ventanas, solo una fina línea en el suelo, avisándome de que al menos sí que había una puerta.
Notaba los sentidos embotados y la cabeza me daba vueltas, a pesar de que no podía ver nada. Me incorporé de donde quiera que estuviera tumbada y fui hacia la fina línea de luz del suelo. Busqué a tientas un picaporte o algo para poder abrir, al principio no lo encontraba y eso me puso muy nerviosa; lo último que recordaba era estar en un callejón oscuro y escuchar un fuerte grito de Thessa, nada más, el resto lo tenía algo nublado. Mientas dormía, me habían venido imágenes sueltas a la cabeza, como yo bailando con Nathe sobre una barra de un bar, mi hermano Robert pidiéndome que le ayudara a subir la silla de ruedas a su cuarto, mi madre riñéndome por algo que no recordaba y la más rara de todas, un tío, al que nunca en toda mi vida había visto, clavando sus dientes en mi cuello. Recordar eso me produjo un pinchazo de dolor en la garganta y llevé mi mano a ella, apretando con fuerza, era como si tuviera una fogata dentro de la tráquea que me quemaba, mucho.
Al fin, encontré el picaporte de la puerta y lo giré para poder abrirla. Después me arrepentí de haberlo hecho. Una luz cegadora me quemó los ojos. Al principio pude distinguir un cuadro de una guitarra eléctrica colgado de la pared, pero luego, tras un fogonazo, todo se volvió rojo y brillante. Un alarido desgarrador salió de mi garganta. Cerré la puerta con fuerza, más de la que pensaba, pues a pesar de que no veía nada, escuché cómo se arrancó de los goznes que la sujetaban.
Aterrorizada, retrocedí hasta chocar con la pared. Me dejé caer, con las manos tapándome la cara. Quería llorar, pero no podía, ya no tenía glándula lagrimal.


Escuché un grito espeluznante que me puso los pelos de punta, no cabía duda, había sido de alguna zona de la casa, de la parte de arriba. Asustada, me levanté rápidamente y subí a toda velocidad las escaleras. A lo lejos, en el pasillo, había una puerta rota en el suelo y a la pared le faltaba algo de pintura, como si algo hubiera chocado contra ella y la hubiera descascarillado.
 Me apoyé en el marco de la puerta, la cual ya no estaba y vi el interior de la habitación. En un primer momento no vi nada fuera de lo normal, era una habitación como cualquier otra, pero tras fijarme bien, vi una figura en cuclillas en el suelo. *¡Betsi!*
-¿Betsi?
Me acerqué con cuidado, no quería asustarla, pero ansiaba tocarla, saber que estaba bien y que me dijera que el grito que había escuchado no había salido de ella.
-¿¡QUIÉN HAY AHÍ!? -como un cachorro asustado, levantó la cabeza, moviendola a todos lados- ¿¡QUIÉN HAY AHÍ!?
-Tranquila, sh, sh, soy yo, Thessa.
-¿Thessa? ¿Eres tú?
-Sí, soy yo -me agaché a su lado para quedar a la misma altura- te voy a ayudar a levantarte ¿de acuerdo?
La agarré por el brazo, pero al notar mi contacto, tiró con fuerza de él. En los primeros meses de vida vampírica, se era  muy fuerte por el hecho de que la sangre humana no había desaparecido del todo del organismo, además de que no se controlaban los nuevos sentidos y nuevas facultades y podían llegar a ser muy impulsivos. Lo volví a intentar y esta vez funcionó. La ayudé a levantarse y la llevé a la cama para que se sentara. Tenía los ojos cerrados con fuerza, podía ver cómo los movía  de un lado para otro, la pobre estaba muy asustada.
-¡Ey! Ya está, no pasa nada, ¿por qué tienes los ojos cerrados? ¿Tan fea soy?
Pensé que soltar aquel chiste le animaría algo más, pero ni se inmutó, se mantuvo con su postura y sin hacerme caso.
-Thessa, Thessa... no sé que me pasa, ¡no sé dónde estoy! ¡Abrí la puerta y mis ojos ardieron!
-Betsi... -la acaricié con ternura para intentar tranquilizarla- estoy contigo, ¿de acuerdo? Todo irá bien. Ahora, con cuidado, abre los párpados.
-No -negó la cabeza con nerviosismo -¡No! Me dolerá.
-Shhh.... no, no te dolerá. Ábrelos.
Al principio se mantuvo quieta, no movió ni un musculo, pero tras varios segundos, me hizo caso. Parpadeó varias veces seguidas y en efecto, tenía los ojos rojos e irritados, eso era porque se estaban curando *vamos a necesitar mucho tiempo querida amiga y mucha paciencia...*
-¿Ves? ¿A que no duele?
-Pica un poco -dijo pasándose la manga de su chaqueta sucia por los ojos-. Thess...
-¿Si?
-¿Dónde estoy?
No sabía por dónde empezar; si por un: ¨¡ey! Bienvenida al mundo sobrenatural, ayer el gilipollas de mi hermano te hizo beber su sangre y luego te mató y ahora eres un vampiro o por un: soy una híbrida, qué, ¿cómo te quedas? ¨ Nunca había estado en esa situación y que la primera vez fuera mi amiga, no es que ayudara mucho. Tenía que tener bastante tacto.
-A ver, Betsi .... tengo que contarte algo, por favor no eches a correr, ni chilles ni nada por el estilo ¿de acuerdo?
-Me estás asustando.
-¿Te acuerdas que una vez me dijiste que si quería ir a una convención de vampiros bueno, donde hablaríais de ellos y yo te dije que no? o ¿de cuando me despertasteis para felicitarme y di un salto de un lado a otro de la habitación?
-Sí, ¿qué pasa?
-Vale pues... soy.... un vampiro y tú te has convertido en uno.
Esperaba que gritase o que echase a correr, no todos los días tu amiga te dice que es un vampiro y que tú ibas a ser otro, en cambio, me miró muy seria y luego se empezó a reír.
-¿Te estás riendo de mi? - fue capaz de pronunciar entre carcajada y carcajada- ¿Un vampiro dices?
-A ver, sé que es difícil de asimilar, pero en un par de días, tus emociones se estabilizarán, al igual que tus sentidos y todo estará bien.
-Déjalo, Thess, no me mientas, no te burles de mi.
-Betsi, no te estoy mintiendo -me daba realmente mucha pena verla así, no se merecía eso-, Gabriel te dio de beber su sangre y luego te mató, es el proceso que hay que seguir para convertir a alguien en un vam...
-¿Eso fue real? -se llevó la mano al cuello, con los ojos muy abiertos y fijos en el suelo- Entonces no fue un sueño, el mordisco fue real y este dolor en la garganta... Tengo hambre.
Me miró muy seria, parecía una lunática, de no haber sido ella, ya habría salido de allí, podía ver lo que se avecinaba.
-¡Tengo hambre! -chilló.
Como un rayo, se levantó de la cama agarrándome por los hombros; empujándome contra la pared con fuerza. Puse mis manos en su pecho, empujando para intentar separarla de mi, pero ella era mucho más fuerte que yo y ya tenía sus colmillos desenfundados. Los chicos pensaron que sería mejor dejarme subir sola, para evitar abrumarla, pero me arrepentí de haber accedido.
-¡Caleb! ¡Elhija! -grité con todas mis fuerzas- ¡AYUDA!
Seguía empujándose más contra mí, con sus brillantes colmillos casi rozándome la yugular.
-¡Chicos, ayuda!
-Sangre -siseó en mi oído.
Por suerte, llegaron a tiempo de sacármela de encima. Caleb la agarró por los hombros y tiró de ella hacia atrás, cayendo en la cama, mientras que Elhija me sujetaba por la cintura para que no me cayera.
-¡Tengo hambre!
Saltó de la cama hacia Caleb, pegándole un empujón y tirándolo al suelo para así abrirse paso hacia la puerta y salir corriendo, pero era de día, no iría muy lejos.
De un manotazo, me deshice de las manos de Elhija y corrí tras ella. La puerta que daba a la calle estaba abierta, ¡pero no era posible que hubiera salido, había Sol, se quemaría! Seguí el rastro de objetos tirados del salón y me llevaron hasta la cocina, tras el pasillo por el que se marchó Daniel cuando fue a por la sangre el día que desperté en su casa.
Betsi estaba arrodillada frente a la nevera abierta, con una bolsa de sangre entre sus pálidas manos, que la apretaban con fuerza para exprimir hasta la última gota. No debió de escucharme llegar, pues cuando me vio retrocedió asustada hasta el tope que le supuso la pared.
-Thessa, ¿qué me está pasando? Me duele la garganta, ¡me arde!-sollozó.
Se llevó las manos a la cara para cubrirse, no quería que la viera llorar, pero no había nada de malo en ello, sabía el cambio que  supondría a su vida y lo aterrorizada que estaba, pero era una chica fuerte, lo superaría, yo estaba segura.
-Ven conmigo ¿quieres? -le dije con dulzura y le tendí la mano para ayudarla.
En un primer momento solo me miró con los ojos vidriosos, dudando de si aceptar o declinar mi oferta, pero se decidió por lo primero.
Tiré de ella con fuerza para ayudarla a levantarse y la atraje hacia mí para darle un abrazo, estaba temblando.
-Todo saldrá bien, confía en mi, yo te ayudaré ¿vale? -susurré.
No contestó, pero noté la presión de su barbilla al asentir, con eso me bastaba. Me separé de ella y aún agarrándola de los hombros, para evitar que volviera a salir corriendo, la llevé al salón y la senté en mi sitio de antes, junto al fuego. Elhija y Caleb ya estaban allí, mirándonos, preparados por si las cosas volvían a torcerse.
-Lo siento Thessa, yo no quería -las lagrimas volvieron a cubrir su rostro, salpicándome cuando movía la cabeza de un lado al otro -no quería, de verdad, lo siento mucho, lo siento...
-¡Vale ya! -ordenó Elhija muy serio desde la puerta- Contrólate de una vez ¿quieres?
-¡No le hables así! -la defendí -Lo está pasando mal.
-¡Pues peor lo va a pasar como no se estabilice!
-¿Elhija? ¡Ay Dios, no entiendo nada! -dijo Betsi, confundida.
La chica miraba de un lado a otro, de Elhija a Caleb y después a mí, en ese orden sin alterarlo ni una vez hasta que le agarré por la cabeza y la obligué a mirarme.
-Sé que es duro de comprender, lo sé, pero vas a tener que hacerlo y cuando antes lo hagas mejor ¿vale?
-Sh-sh-sí.
-Bien -asentí con decisión si quitarle las manos de encima-. Todo ese royo de los sobrenatural que tanto te gustaba, es cierto, existe, tú ahora formas parte de él, eres un vampiro al igual que Elhija y su hermano Daniel. Caleb es un metamorfo, algo que ya te explicaré más adelante y yo soy una mezcla de especies, pero se podría decir que soy como tú. No, la quemazón que sientes en la garganta no se va a pasar, solo cuando bebas sangre remitirá un poco el dolor, pero tienes que acostumbrarte a ello, sé que es duro, pero es así; y para poder salir a la luz del Sol, necesitas la ayuda de una bruja, la cual, la tienes delante, pero hasta que no aprendas a controlarte, no haré el hechizo.
Todos me miraban muy atentos, incluso Daniel que había llegado en pleno discurso de híbrida ¨experta¨ a neófita. Betsi me miraba con los ojos muy atentos, no sabía si había comprendido algo; había sido muy directa, pero si no se lo hubiera dicho así, no habría parado de hacer preguntas, aunque me estaba preparando para ellas.
-¿Puedes dejar de apretarme la cara? Me haces daño.
-Oh, sí -solté su cabeza y me senté en el suelo, a sus pies.
-Vale, osea, que ahora soy un vampiro, bien, eso lo he entendido y vosotros también, menos tú Caleb -le señaló- que tu eres un no sé que. Vale, vale, vale... y la pregunta es ¿por qué me ha pasado esto a mi?
-Venganza -se me adelantó Caleb, a quien fulminé con la mirada.
-¿Venganza? -me preguntó ella incrédula.
-Sí, mi hermano, Gabriel, que no es Caleb pero tuvimos que inventarnos algo para que nos sirviera de tapadera, lleva persiguiéndome desde hace setecientos años y...
-¿Por qué? ¿¡Setecientos años!?
-Eso no viene a cuento, déjame seguir. Y se presentó el día de mi cumpleaños, bueno, ayer, en la fiesta. Nos atacó a Caleb y a mi y de no ser por aquellos dos apuestos caballeros -les señalé con un gesto de la cabeza mientras ponía los ojos en blanco- no estaríamos aquí contigo. Como vio que era inútil, pues estaba él solo contra nosotros cuatro, decidió darme donde más me dolía y te convirtió, pues él sabía que me sentiría culpable por ello.
-¿Y te sientes culpable?
-Mucho -asentí.
-Ya.... pues ahora mismo no sé que decir. ¡OH DIOS, MIS PADRES!
Como una exhalación, se levantó del asiento, quedándose quieta mirándome desde arriba. La verdad es que no había pensado en ellos, los padres de Betsi, supondría un problema el hecho de que ella siguiera viviendo en su casa, sus padres eran humanos, podría matarlos con el más mínimo desliz y eso la destruiría, *Thessa, tienes que pensar en algo, chica*.
-De eso ya me encargué yo -dijo Elhija poniéndose a su lado-. Fui yo el que te trajo a esta casa, una vez te dejé me pasé por la tuya y obligué a tus padres, les dije que pasarías las vacaciones de Navidad en casa de una amiga nueva que habías conocido, no tenían que preocuparse.
-¿Obligarlos? -preguntó la chica sin entender.
-Otro de los trucos de ser vampiro -sonrió él.
Tenía que reconocer que Elhija había estado hábil y rápido, me había sorprendido y me había quitado un peso de encima, porque después de todo lo que estaba pasando en mi vida últimamente, mi mente no estaba para pensar excusas baratas.
-¿Estarán bien, Thess? -me miró suplicando un sí por respuesta.
-Sí, Elhija lo ha hecho bien.
Él agachó la cabeza para mirarme y dedicarme una sonrisa, a la cual yo respondí con otra y un asentimiento  de aprobación. Ahí estaba de nuevo, antes me había tratado súper borde y ahora, actuaba como si no hubiera pasado nada. Me desquiciaba.
-Será mejor que nos vayamos -me levanté de un salto- hay muchas cosas que aprender.
-Mi querida amiga, no sé si te has dado cuenta de que es de día -recordó Caleb señalando una de las ventanas- y que a Betsi, no puede darle la luz del sol, porque el coche que hemos ¨cogido prestado¨ no tiene los cristales tintados.
-Ah, sobre eso... -miré a Elhija suplicante-. ¿Podrías llevarnos? Por favor.
Tras varios segundos de suspense, accedió con un asentimiento.
-Esta visto que soy tú ángel de la guarda -sonrió.
-No me estás salvando precisamente a mi de morir quemada, sino a ella -la señalé con el dedo- y estoy segura de que te estará agradecida por todo lo que has hecho, ¿verdad Betsi?
-Espera, espera ¿¡morir quemada!? ¡Ay madre, entonces es cierto que a los vampiros no les puede dar la luz del Sol! -exclamó con los brazos hacia el techo- Está claro que voy a tardar en acostumbrarme a esto.
-Iré a por el coche, os esperaré en la puerta de entrada, tápala con tu chaqueta para que no se queme.
-De acuerdo -asentí.
Elhija se fue y Daniel con él, era como una maldita lapa, fuera a donde fuera uno, el otro le seguía detrás, me ponía nerviosa.
-¿Thess? -Caleb me miró algo ofendido.
-¿Si?
-¿Y con el otro coche qué haremos? El que hemos traído digo.
-¡Ah! Tú iras en él, yo iré con Betsi y con Elhija, no quiero dejarla sola.
-Comprendo.
Me pareció apreciar algo de enojo en su ¨comprendo¨, pero no podía pretender que después de todo, dejara a Betsi sola, otra vez, para ir con él.
-¿¡Qué pasa!?
-Nada, vete con ellos, yo me voy ya, te veo en casa.
Resignado y enfadado, se dio la vuelta y desapareció por la puerta de entrada. No me gustaba verle así, pero tenía que entenderlo, sabía que quería hablar conmigo y yo también quería hablar con él, pero Betsi pasaría una temporada en casa y no es que fuera el mejor momento.
-Entonces Caleb no es tu hermano, ¿alguna sorpresa más? -rió Betsi- ¿Es tu novio?
-No, no es mi hermano y tampoco es mi novio.
-Ya.
Técnicamente no era mi novio, solo nos habíamos acostado, ¿que si me había gustado? Sí, me había gustado, pero quería esperar a aclarar las cosas con él antes de nominarlo de alguna forma que no fuese mi mejor amigo, porque hasta el momento eso era, no negaba que estaba empezando a sentir cosas por él, cosas que ya existían antes, pero que se estaban magnificando, pero tampoco quería sacar las cosas de contexto.
-Toma -me quité la chaqueta y se la lancé- será mejor que te tapes bien si no quieres convertirte en ¨Betsi a la parrilla¨.



El resto del día transcurrió con normalidad, bueno, todo lo normal que puede ser un día en mi vida. Elhija nos trajo a Betsi y a mi hasta casa; estaba pensando en comprarme un coche con los cristales tintados, venían muy bien para cuando tenías que transportar a amigas neófitas a las que no les podía dar la luz del Sol.
Decidí por el camino que Betsi se quedaría un tiempo en casa, no lo había hablado con Caleb aún, pues se había largado de casa de los Stefson en el otro coche y no lo había visto todavía, no sabía donde estaba, pero ya llegaría a casa y esperaba que no siguiera enfadado por algo por lo que ni siquiera sabía que había hecho. ¿Habíamos tenido sexo? Sí, ¿le había dado luego un beso? Sí, pero no creo que yo hubiera hecho algo malo, es decir, para que dos personas tengas sexo, las dos tendían que estar de acuerdo, el rollo de las violaciones no es que  me fuera mucho.
Había instalado a Betsi en el sofá, no teníamos otro sitio en el que pudiera dormir y claramente ni Caleb ni yo nos íbamos a salir de nuestros respectivos cuartos, por suerte, el sofá era un sofá-cama, a si es que estaría bien allí, al menos hasta que aprendiera a controlar su apetito, no es algo que fuera muy bueno cuando vives en una casa de mundanos y menos si ellos eran sus padres.
Yo me encontraba viendo la televisión mientras Betsi se duchaba, le había tenido que dejar  ropa, le quedaba algo grande, yo era más alta que ella y tenía algo más de músculo, pero de momento le vendría bien, al menos hasta que fuéramos de compras navideñas. Solía ir con Caleb, pero a él no le gustaba nada, a si es que se alegraría al saber que no tenía que venir, que le había sustituido por otra persona a la que estaba segura que sí que le gustaban.
No sabía que ver, todos los canales estaban llenos de programas basuras de cotilleos o películas algo antiguas y bodrios, prefería el cine más actual, con buenos efectos especiales, sobre todo las de miedo, era guay ir al cine y ver todas aquellas escenas llenas de sangre y escuchar a la gente gritando. No me asustaban, ¿qué miedo me podían dar cuando la mayoría estaban basadas en vampiros, espiritismo o cosas similares?
Escuché el ruido de la llave al entrar en la cerradura, eso significaba que Caleb ya estaba en casa. Me incorporé y me puse de rodillas en el asiento, con las manos apoyadas en el respaldo. Él estaba algo decaído, normalmente sus hombros formaban una perfecta línea, pero iba encorvado y tristón, algo había pasado.
-Hola -le saludé  preocupada- ¿qué pasa?
-¿Qué? No nada. Hola ¿y Betsi?
-Está arriba, duchándose -señalé con   la cabeza- he pensado que debería quedarse aquí algún tiempo, ya sabes, hasta que aprenda a controlarse y eso.
-Como veas -se encogió de hombros y me dio la espalda para entrar en la cocina.
No me quedaba ni una pizca de duda de que había algo mal allí, sabía que no habría ningún impedimento en que Betsi se quedara con nosotros, pero también lo estaba de que Caleb me pondría pegas.
De un salto pasé por encima del sofá y fui tras él.
-¿Como quiera? Es nuestra casa, te estaba consultando, no solo vivo yo aquí.
-Lo sé, pero normalmente sueles hacer las cosas que te vienen en gana cuando te viene en gana -respondió con brusquedad.
Me sorprendió su reacción, a pesar de que  tenía algo de razón en que la mayoría de las veces no llevaba cuentas con nadie, pero así era yo y sabía que le molestaba, por eso le estaba consultando.
-Oye Caleb ¿se puede saber que te pasa? -mosqueada, me apoyé en la encimera con los brazos cruzados.
-Nada -volvió a encogerse de hombros-, ¿por?
Cuando se ponía así me entraban ganas de cogerle por el cuello y retorcérselo, me enervaba, encima ni siquiera me estaba mirando a la cara, sino que estaba de espaldas untando nocilla en un pedazo de pan. Cogí un trapo que tenía justo al lado y se lo lancé a la cabeza. Al principio ni me miró, se quedo muy quieto con el bote en la mano, pero luego clavó su amenazante mirada en mi.
-¿Qué?
-¿¡Qué!? ¿¡SE PUEDE SABER QUÉ SUCEDE!? NO TE HAGAS EL TONTO.
-Ya te he dicho que nada -enroscó la tapadera y metió el bote de nuevo en su sitio. Se quedó muy quieto, con el brazo levantado y luego volvió a mirarme, con una sonrisa irónica en los labios-. ¡Qué demonios! ¿Quieres saber lo que me pasa?
-Sí, te lo he preguntado ya varias veces -solté enfadada.
-¡Pues me pasa que esta mañana me he levantado muy feliz y ¿sabes por qué? Por que por fin me he atrevido a decirte lo que siento por ti y tú me has respondido, nos acostamos anoche y fue la mejor noche de toda mi vida, pero luego lo has tenido que estropear todo!
Sorprendida, me quedé inmóvil,  no sabía que responder a lo que me acababa de decir. Me debatía entre  subir corriendo las escaleras y tumbarme en la cama o pegarle un guantazo en la cara. ¿Cómo se atrevía a decirme que yo lo había estropeado todo? Tras pensármelo detenidamente, opté por la segunda opción. Con cautela, avancé hacia él y le golpeé.
-¿Qué yo lo he estropeado todo? ¿Sabes? Anoche también fue la mejor noche para mi, me di cuenta de que me gustas y no como un amigo y tenía miedo de decírtelo y que te enfadaras. Tengo miedo de que te pase algo por estar conmigo, siempre lo he tenido. Hoy, por una vez en mucho tiempo he sido feliz y tú vienes y me dices ¿que yo lo he estropeado todo? ¿¡CÓMO OSAS!?
Caleb se quedó con la cabeza torcida, mirando al suelo. Se le empezó a poner roja la marca de mi mano en su mejilla, le había dado fuerte, muy fuerte, pero me daba igual, estaba muy enfadada con él por lo que había dicho.
-Já, resulta curioso que me digas eso cuando desde que han aparecido los hermanitos esos, todo entre nosotros ha cambiado, sobre todo por Elhija.
-¿Qué tiene que ver Elhija en todo esto?
-He visto como te mira, como si fueras un trofeo, ¿es que no te das cuenta Thess?
-Estás delirando, será mejor que dejemos la conversación. Me voy a dormir buenas noches.
Me di la vuelta para salir de la cocina, pero no me dejó. Agarró mi brazo con fuerza y tiró de mi, empotrándome con su pecho agitado por la discusión.
-Thess, desde que han aparecido no han dejado de ocurrir cosas malas.
-Caleb, déjalo -supliqué cansada de discutir.
-No, no lo dejo. Primero fue el ataque en el bosque en el que por arte de magia, Elhija aparece de la nada y te salva; no paras de encontrarte con él, luego está lo del ataque en el portal del tío ese que dio la casualidad que no se dio cuenta de que no estaba muerto; el ataque en el cumpleaños...
-¿Qué pasa con el ataque del cumpleaños? -levanté la mirada, hasta entonces fija en su cuello.
-¿Cómo sabían que estábamos fuera? -me miró asustado, como si tuviera miedo de algo.
-No... no lo sé -me encogí de hombros- ¡Yo que sé Caleb!
-No me dan buena espina.
-Pero no sé, sería pura casualidad, no son malos tipos, bueno Daniel es un poco capullo, pero me ayudo con Gabriel y Elhija se encargó de Betsi y...
-A eso voy -me corto- a que siempre está ahí para ayudarte es como si... no sé.
-¿Como si qué?
Estaba enfadado y preocupado, algo más preocupado que enfadado, lo notaba, pero me estaba apretando la muñeca con mucha fuerza; me estaba haciendo daño.
-Nada, déjalo...
-¿Qué es lo que nos está pasando? Antes nos lo contábamos todo, podíamos hablar sin juzgarnos. ¿Caleb?
-¿Sí?
Debió de darse cuenta de la fuerza que estaba ejerciendo sobre mi brazo, pues aflojó su mano, pero no me soltó. Notaba su pulso algo acelerado y su mano sobre mi piel no paraba de temblar. Solo quería abrazarle y prometerle que todo iba a ir bien, que no debía de preocuparse, pero ni siquiera yo misma me lo creía.
-Después de lo que pasó anoche.... -levanté aún más la mirada y ambas se encontraron- ¿qué somos?
*¡NO! ¡NOOOO! NO DEBERÍAS HABER HECHO ESO, ERES TONTA, UNA INÚTIL, AHORA SE IRÁ CORRIENDO, YA VERÁS*. Yo estaba muy nerviosa, llevaba todo el día queriéndo hacer esa pregunta, pero no me atrevía, aunque después de haberla formulado, me arrepentí de ello.
-Thess yo...
-¡No, no respondas! - di un paso hacia atrás con las manos levantadas para evitar que siguiera hablando, estaba muy agitada, a pesar de que había memorizado un discurso, todas las palabras perdieron el sentido en mi cabeza- Prefiero no saberlo. Llevaba todo el día queriéndote hacer esa pregunta, pero no sé si quiero saber la respuesta, porque a ver, si me dices que no quieres ser nada, estoy segura de que me arrepentiré de lo de anoche y no quiero arrepentirme, es decir, no me arrepiento de lo que pasó, eres muy bueno en la cama, no, mierda, no quería decir eso... bueno  y todo cambiara y no quiero perderte, eres mi mejor amigo, siempre he estado contigo y bueno, ya sabes que te quiero un montón.
Después de todo lo que había soltado por mi boca y todo sin sentido alguno, pegué una bocanada de aire para volver a llenar mis pulmones. Caleb me miraba fijamente, con una expresión de mezcla entre horror y terror, estaba claro que la acababa de liar. *¿MUY BUENO EN LA CAMA? ¿¡PERO EN QUÉ PENSABAS, PEDAZO DE SUBNORMAL!?*. Solo deseaba que se abriera un agujero en el suelo de la cocina y que me tragase para dejar de ver aquella expresión en la cara de Caleb, por no hablar de la mía; notaba las mejillas ardiendo al rojo vivo y en contraste con el blanco de mi piel, no es que me favorecieran mucho.
En algún punto de la conversación, mi amigo tuvo que haber dejado de respirar, pues soltó todo el aire de golpe y su dulce olor  a menta, llegó hasta mis fosas nasales. No me cabía duda de que o una de dos, se empezaría a partir de risa y me dejaría allí tirada o, lo que era aún peor, se marcharía y no volvería a verle.
Aún más asustada por el silencio que había en la cocina, decidí que era el momento de escoger la opción de irme corriendo a mi cuarto y tumbarme en la cama, es más, estaba dispuesta a ello, pero mis piernas no se movían.
Caleb soltó una ligera risita y eso empeoró mi estado; *ahora es cuando se va, ahora es cuando se va, ya verás*, pero no ocurrió lo que estaba pensando, sino que me agarró por la cintura y se agachó hasta rozar sus labios con los míos.
Fue algo que me sorprendió, pues esa opción no había pasado en ningún momento por mi cabeza, aunque era muy reconfortante que después del discurso tan absurdo que le había dado, me respondiera con un beso. En mi mente, ¨mi mini-yo¨ se estaba marcando un baile de victoria.
Sonreí con sus labios pegados a los míos y le pasé las manos por el cuello, atraiéndolo más hacia mi, saboreando el momento. Si algo había quedado claro, es que ya no eramos lo mismo que antes.
-Ejem -carraspeó echándose ligeramente hacia atrás, pero aún rozando sus labios con los míos- a si que.... soy bueno en la cama, ¿eh?
-¡Oh, Caleb! -le di un leve empujón en el hombro-. ¿De verdad?
-¿Qué? No todos los días viene la chica que te gusta y te dice eso.
-Ya -reí- entonces ....
-¿Qué?
-¿Qué somos? -alargué la última sílaba, pensando que daría algo más de suspense al asunto, pero en realidad quedó muy ridículo.
-¿Qué quieres que seamos? -enredó sus dedos entre uno de los rizos de mi pelo.
-Creo que deberíamos intentarlo -susurré con la cabeza gacha, algo avergonzada.
En vez de responderme con palabras, me apretó la cabeza entre sus manos y volvió a besarme con su delicadeza y calidez características. *¿Eso es un sí? ¡Ay, es un sí! ¡Wiiii!*.

-Yo también lo creo -susurró antes de volver a besarme
A decir ver verdad, se me hacía algo raro estar en esa situación, es decir, siempre habíamos estado juntos, pero no nos habíamos visto de esa forma, pero estar allí, así, sin duda era un momento perfecto.



















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