martes, 17 de diciembre de 2013

Capítulo 13

Escuché un montón de voces y aplausos a la vez que me gritaban sorpresa, pero no conocía a nadie, solo a Nathe y a Betsi que me estaban mirando sonrientes desde el principio de la multitud. Miré a Caleb sorprendida, pero él no lo estaba, me estaba mirando sonriente y con los ojos vidriosos.
-Muchas felicidades Thess -susurró en mi oído.
-¿Qué? -no sabía cómo reaccionar.
Nathe y Betsi se abalanzaron sobre mi  a la vez, apretándome entre sus brazos mientras que gritaban ¨felicidades¨ una y otra vez, pero no pude responder a su muestras de afecto, mis brazos quedaron inertes a ambos lados y eso les extraño, pues se separaron de mi tan rápido como se habían unido.
-¿Qué pasa, no te gusta? -preguntó Betsi algo decepcionada-. Tuvimos que mentirte para poder organizarlo todo.
-Sí, sí... es que -estaba confusa. Un torrente de emociones se apoderaron de mí y no me dejaban expresarme bien-. Me encanta, pero no me lo esperaba.
-De eso se trataba -sonrió Nathe bajo su sombrero de copa.
-¡Pensé que estabais enfadados conmigo! -les empujé molesta-. Llevo todo el día pensando en qué os había hecho.
Ambos me miraron sonrientes y se miraron el uno al otro, para después volverme a abrazar. Esta vez, sí que respondí a su achuchón y con fuerza.
No recordaba la última vez que alguien me había hecho una fiesta, en realidad, creía que nunca. Había llegado a aquel pueblo alejado de la mano de Dios, sin pretender conocer a nadie, impidiéndome a mi misma querer a alguien por miedo a que algo malo les sucediera y ahí estaba yo, abrazada a aquellos dos chicos que en tan poco tiempo se habían ganado un lugar tan grande en mi corazón.
-Tu hermano nos ha ayudado -dijo Betsi mientras me soltaba.
-¿Caleb?
-¿Cuántos hermanos más tienes?
Lo busqué entre la gente pero no le veía, había demasiada. Sonreí a la nada.
-Gracias chicos, esto es... no sé como decirlo, pero ¿quiénes son toda esta gente?
-Eso se lo debes a Betsi -soltó Nathe con una mirada de odio hacia la chica- se empeño en que debía de venir mucha gente.
-Tienes que conocer a gente -se encogió de hombros- o ¿quieres ser una marginada como nosotros?
-Sois mis marginados favoritos -no pude evitar sonreír-. Bueno pues... ¡QUE COMIENCE LA FIESTA!
Les agarré a ambos de las manos y tiré de ellos para llevarlos más al centro. En algún lugar del bar había alguien al control de la música que debió de oír mi grito, pues subió el volumen.


Todos los allí presentes se movían de un lado a otro, había demasiada gente, pues con cada paso que daban, alguien en algún lado estaba recibiendo un empujón, pero me lo estaba pasando muy bien.
-¿Hay alcohol? -tuve que elevar el tono de mi voz para que me escucharan.
-Todo el que desees -contestó Nathe con un grito mientras movía sus brazos en señal de exageración.
-¡Genial! ¡Voy a por algo de beber! ¿Queréis algo!
No sabía si es que me estaban ignorando o que no me escucharon, pero Nathe me dio la espalda, poniéndose en medio de Betsi y de mi. *Será que no quieren*.
 Con esfuerzo, me abría paso entre la multitud, mientras que recibía felicitaciones de gente que no había visto en mi vida, empujones y tirones del vestido, incluso alguien me tocó el culo. Me dí la vuelta para ver quién había sido, pero todos estaban bailando y no podía ponerme a dar puñetazos a diestro y siniestro.
Un chico tiró de mi brazo y me atrajo hacia él, bajando su mano por mi cintura hasta llegar justo a la zona lumbar.
-Felicidades monada -susurró en mi oído tras darme un beso en la mejilla.
-Gracias -respondí asqueada-. Derec ¿verdad? El capitán del equipo del instituto.
-Sí y tú la chica dura.
Allí dentro hacía un calor pegajoso, toda la gente estaba bailando y el calor aumentaba por momentos y eso era algo que Derec sabía bastante bien, pues su frente estaba completamente bañada en sudor. La camiseta roja que llevaba se le pegaba al cuerpo en algunas zonas, marcando el contorno de sus músculos de deportista.
-Ajá -asentí con la cabeza-. Gracias por venir, supongo, pero tengo que ir a por mi bebida...
Puse las manos en su pecho y le empujé levemente para separarme de él, pero justo cuando estaba apunto de marcharme, tiro de mi de nuevo, bajando la mano un poco más por mi cintura.
-Baila un poco conmigo.
Apretó aún más su mano, mientras me hacía deslizarme hacia bajo, con sus rodillas entre las mías. Podía haberme separado sin ningún problema, pero entonces podría levantar sospechas y no quería.
Volví a intentar zafarme de él, pero seguía sin soltarme.
-Tú hoy no te me escapas -baboseó en mi oreja.
Comencé a forcejear, a medida que  él me apretaba más y más contra su sudoroso pecho. Sus amigos nos miraban divertidos, por lo que ni se me pasó por la cabeza que fueran a ayudarme. *Cabrones*.
-Creo que la chica no quiere bailar contigo -escuché una voz masculina detrás del jugador.
-¿Y eso quien lo dice?
Derec se dio la vuelta, aún sin soltarme, permitiéndome ver quién había sido mi salvador de la noche, bueno, su salvador, pues me estaba empezando a cansar y se iba a llevar un puñetazo.
Elhija posó su mano sobre el hombro del chico, apretándoselo. *Parece ser que el destino no para de juntarnos* suspiré resignada.
-Yo -contestó- lo digo yo.
-¿Y quién eres tú? -por fin me soltó, dándome la espalda para encararse a Elhija.
Si había algo similar en los chicos vampiros y   humanos era claramente su estupidez, siempre haciéndose los gallitos delante de las chicas para impresionarlas, aunque lo que  Derec  no sabía es que con el gallo de pelea con el que estaba apunto de enfrentarse podía zampárselo, literalmente.
-Alguien que te va a partir la cara si no la dejas en paz ¿me has entendido? -sonrió con la cabeza torcida mientras le empujaba en los hombros.
Sus amigos se iban acercando, más y más mientras que yo contemplaba el espectáculo con los brazos cerrados. *Por tu bien, Derec, espero que te limites a asentir*.
El jugador se dio la vuelta, parecía que se iba a ir e iba a dar por terminada la discusión en eso, en un simple intercambio de palabras amenazantes, pero no fue así. Vi cómo cerraba la mano en un puño y lanzó la mano hacia la barbilla de Elhija, quien echó la cabeza  atrás, agarrando con su mano el puño del otro.
-Esto está interesante -susurré para mí.
-Parece ser que tienes ganas de pelea -escuché decir a Elhija.
El chico ¨salvador¨ le apretó la mano al otro hasta que sonó un ¨clak¨que solo nosotros dos pudimos oír. Le acaba de partir la mano.
Derec soltó un grito desgarrador mientras caía de rodillas al suelo. Sus amigos se acercaron a ayudarle, pero yo di media vuelta y me marché a por mi bebida, me había cansado del espectáculo.
Iba en dirección a la barra, en contra de toda la gente, pues debieron de ver el corro que se había formado alrededor de los gallitos y querían ir a ver lo que estaba pasando.
Apoyé mi mano sobre la gran mesa y salté por encima para poder coger el alcohol. Había una gran variedad y no me decidía por ninguno.
-Te sugiero Vozka con Blue Tropic, esta muy bueno.
-¿Ya te has cansado de meterte con el chulito?- di la vuelta para quedar cara a cara con Elhija, que estaba al otro lado de la barra, apoyado con ambos brazos sobre ella-. Has quedado como el gallo ganador.
-Já, buena comparación -levantó una de las comisuras de su labio, en una media sonrisa-. De nada.
-¿Debo de darte las gracias? -sonreí con sarcasmo mientras me apoyaba yo también sobre la barra, quedando nuestras cabezas a escasos palmos de distancia.
-Es la segunda vez que te salvo la vida -susurró, aún con esa sonrisa pícara en la cara-. Creo que deberías.
-Podía yo sola.
-Ya he visto, ya... Eres la damisela en apuros -dijo acercando más su cara a la mía.
- Una damisela en apuros que no necesita ser salvada -añadí.
No contestó, solo se limitó a ensanchar aún más su sonrisa. Nuestras caras estaban muy juntas, tanto que casi nuestras narices se rozaban. Sus penetrantes ojos se clavaron en los míos y pude ver que no eran negros, sino azul oscuro, como el cielo a media noche y lo peor de todo es que me estaban mirando, fijamente...
-Bueno qué ¿vas a servirme esa copa?
Me limité a suspirar y a levantarme, no contesté.
Cogí la botella de Vozka junto con la de Blue Tropic y serví ambos líquidos en un vaso.
-Solo hay un vaso y somos dos -señaló con el dedo índice las botellas.
-Veo que lo vas pillando - sonreí.
Le besé en la mejilla y salté por encima de la barra, con cuidado de no verter la bebida. Cogí las botellas y me fui en busca de mis dos amigos. Giré para echarle el último vistazo al chico, que me estaba mirando sonriente, con los codos apoyados.


Estaba al otro lado, con mi copa en la mano, viendo a Thessa y Elhija hablando, aunque me dio la impresión que más que hablar estaban apunto de liarse, pues estaban los dos muy cerca el uno del otro. Cuando pensé en él tocándola, una rabia se apoderó de mí con la que me entraron ganas de acercarme y romperle todos los huesos de su cuerpo.
No me di cuenta de que estaba apretando el vaso con tanta fuerza, hasta  que lo rompí. Los cristales se clavaron en la palma de mi mano, de la que empezó a salir sangre.
-¡Joder! -espeté tirando lo que quedaba del vaso tras la barra.
-¿Estás bien?
Una chica con el pelo teñido de rosa, posó su mano en mi hombro con aire preocupado.
-Eh.. sí, sólo ha sido un corte sin importancia.
-A ver, déjame ver.
Cogió mi mano entre las suyas y la abrió para ver las heridas. Con delicadeza, sacó los cristales incrustados en mi piel y los puso sobre una servilleta de papel. Me sorprendió con el tacto con el que lo hacía, nunca antes había visto a esa chica, no la conocía de nada.
-Ya está -sonrió mirándome a los ojos- ahora cicatrizará correctamente. Soy Nica, por cierto.
-Oh.. hola Nica, yo soy..
-Caleb, lo sé.
*¿Cómo sabe mi nombre?*. El que aquella chica supiera quien era, me quedó un poco trastocado. Me quedé mirándola con los ojos muy abiertos y debía de tener una cara espantosa, puesto que ella se echó a reír. Su risa era contagiosa, parecía un pequeño cerdito, pero en esos momentos no estaba yo como para reírme.
-¿Nos conocemos?
-No -negó con la cabeza aún riéndose-, en realidad no, pero me llamaste la atención y decidí presentarme.
-Ya, pero... ¿cómo sabes mi nombre?
-Digamos que tengo mis truquitos -rió por lo bajo-. ¿Mal de amores?
-¿Qué? -aquella chica me estaba sorprendiendo cada vez más.
-Te vi mirando a la cumpleañera hablando con el otro chico; algo enfadado diría yo. ¿Es tu novia?
-¿Thessa? Já, no -solo de pensarlo un revoloteo apareció en mi estómago-. Es mi hermana.
-Mejor -sonrió.
Los dos nos quedamos en silencio, escuchando la música que inundaba el local, en esos momentos estaba sonando ¨Thrift Shop¨ de Macklemore, una de mis canciones favoritas del momento, aunque yo siempre había sido más de música clásica.
-Bueno, ha sido un placer, Caleb -se inclinó sobre las puntas de los pies, impulsándose para llegar a darme dos besos en las mejillas-. Pero he de irme.
-Lo mismo digo -contesté con amabilidad-. Ya nos veremos, supongo.
-Sí.
La chica se alejó pasando a codazos entre la gente que bailaba emocionados como si se estuvieran jugando la final en un concurso de danza. Volví a mirar hacia donde estaban Thessa y Elhija, pero ya solo estaba este último, apoyado en la barra, mirando a quién sabe donde. Seguí su mirada y no tardé mucho en averiguarlo, como no, era Thessa su centro de atención, que bailaba con Nathe y Betsi con una botella  en la mano. Normalmente cuando Thessa bebía, se volvía mucho más loca de lo normal, pensar en eso me hizo reír.
Estaba solo entre una panda de críos de instituto y no conocía a nadie, por lo que a base de codazos y empujones, conseguí abrirme paso y me  fui al lugar donde estaba mi amiga, bailando como una loca.
La verdad, es que quién diría que un vampiro pudiera llegar a sudar, técnicamente están muertos, bueno, en el caso de Thessa no, no había muerto para ser uno, pero era algo que siempre me había resultado curioso.
Los tres estaban en un circulo, bailando como si fuera el fin del mundo. Nathe, que al principio de la noche llevaba un sombrero, tenía el pelo despuntado y mojado, al igual que Betsi, a quien se le pegaban los mechones pelirrojos en las sienes. Thesa, en cambio, seguía impoluta, como cuando habíamos salido de casa, aunque con el maquillaje un poco corrido del sudor.
-¡Eh! ¡¿Dónde te habías metido?! -me gritó con el ceño fruncido-. Te he estado buscando ¿sabes?
-Ya veo, ya y como no me has encontrado me has sustituido por una botella de alcohol ¿no? -reí señalandola.
-No me juzgues, necesitaba animarme.
Con su mano, me obligó a echar la cabeza hacia atrás y me abrió la boca con los dedos, vertiendo el alcohol, no con muy buena puntería, puesto que calló más fuera que dentro, manchándome la camisa.
-¡Theressa! -le pegué un manotazo en la mano con la que sujetaba el Vozka-. ¡Joder, ten más cuidado!
-Lo siento -me miró con cara de pena, como hacía siempre que la reñía-. No quería mancharte, es solo que te veo apagado y ¡es mi cumple!
Odiaba cuando me ponía esa mueca, siempre conseguía lo que quería y yo siempre caía. Era imposible no aceptar, sabía muy bien cómo hacerse la victima.
-¿Me acompañas fuera? Hace mucha calor aquí -se abanicó con la mano.
Me limité a asentir, intentar hablar con la música tan alta era un esfuerzo nulo. La agarré de la mano y tiré de ella, pero tras dos pasos, se paró.
-¿Qué pasa? -giré para ver por qué se había detenido, pero estaba hablando con Betsi. *Le estará diciendo que ahora viene*.
-Vamos -me empujó en la espalda.


El aire era gélido y hacía bastante frío, pero comparado con el calor de dentro, allí se estaba en la gloria. Salimos por una de las puertas que daban a un callejón trasero, poco iluminado y con cierto olor a suciedad y basura. Aún llevaba la botella en la mano, no solía beber muy a menudo, pero cuando lo hacía lo hacía bastante bien, por eso el alcohol me subía tan rápido. Había conseguido que Betsi y Nathe también se emborracharan, solo con eso, ya era feliz; eran muy graciosos borrachos, yo lo estaba, pero no tanto, los vampiros teníamos más aguante, ya que se suponía que nos calmaba la sed de sangre, aunque tras setecientos años, yo esa sed la tenía ya más que controlada.
Inspiré profundamente, abriendo los brazos y estirándome, necesitaba aire fresco.
-¡Oh! ¡Aire libre! -exclamé entre risas.
-¿Vas pedo? -preguntó mi amigo.
-No -negué con la cabeza y me giré para mirarle -solo voy un poquitito contenta. Hip.
-No, no... que va. Encima te entra hipo -se apoyó en la pared con los brazos cruzados mientras ponía los ojos en blanco.
-Es hip, mi cumpleaños hip -llevé la mano libre a mi boca, cubriéndola para ¨evitar hipar¨-. Tu también vas un poco bebido. Hip.
-Sí, un poco sí, pero no tanto como tú.
-Oh, venga, relájate -le cogí de la mano y tiré de él hacia mí-. Vamos a bailar.
-¡Pero si no hay música! -dijo pasando sus manos por mis caderas.
-Shhhh -le callé poniéndole un dedo en sus labios mientras soltaba la botella en el suelo-. Cállate, si te callas escuchamos la de dentro.
Pasé mis manos por sus hombros, acariciándolo hasta llegar a su cuello. Como le indiqué, dejó de rechistar sobre si yo estaba borracha o no y pudimos escuchar lo que sonaba en el interior del bar; era ¨Gorilla¨de Bruno Mars, era uno de mis cantantes favoritos, aunque no me sabía todas sus canciones de pe a pa.
Nos movíamos con suavidad, tambaleándonos de un lado a otro. Dejé que Caleb llevara el ritmo y apoyé mi cabeza en su hombro cerrando los ojos. Me gustaba estar así con él, me transmitía paz y tranquilidad, algo que pocas personas eran capaces de hacer, por no decir que ninguna.
-Gracias -susurré alejándome un poco para quedar cara a cara-. Betsi y Nathe me han dicho que les has ayudado a organizarlo todo.
-En realidad lo han hecho todo ellos, a mi solo me toco la parte de la distracción.
-Gracias igualmente -volví a apoyarme en él.
El hipo, por suerte, ya se me había pasado, era uno de los efectos del alcohol, me solía pasar a menudo y más cuando bebía a palo seco.
-¿Qué hora es?
-Ums... las once y media -contestó Caleb-. ¿Por? ¿Ya te aburres?
-¡Oh! No, no, no -me reí soltándole de mi abrazo y apartándome de él-, es para brindar, por este día.
Me incliné para coger la botella, pero al subir, perdí el equilibrio, cayéndome hacia atrás. Moví mis brazos con rapidez, para intentar recuperarlo, pero de nada sirvió. Caleb, que se fijó, corrió para ayudarme, pero se pasó de fuerza y chocamos contra la pared. Me di un fuerte golpe en la cabeza.
-¡Ay! -exclamé frotándome el cuero cabelludo.
-Joder Thessa, cómo estás hoy -me burló entre risas.
Abrí los ojos  y vi los  de Caleb sobre los míos. Yo había quedado contra la pared, con medio cuerpo extendido por debajo de sus piernas y él, tenía sus brazos a ambos lados de mi cabeza, ligeramente doblados y con su pecho contra el mio. Sentía el latir de su corazón en mis pechos y el calor que desprendía su cuerpo  contra mi piel.
Nos quedamos así, mirándonos fijamente durante un par de segundos, que para mi duraron una eternidad. No sabía si era por el alcohol que había tomado o porque de verdad me apetecía, pero tenía ganas de besarle. Notaba su aliento contra mis labios. Pasé mis manos por detrás de su cuello y lo atraje más hacia mi mientras yo me acercaba poco a poco. Nuestros labios estaban apunto de rozarse, no sabía si él quería, pero yo sí, no sabía qué era lo que me estaba pasando, pero quería sentir sus labios sobre los míos.
-¡Thessa! ¡Thessa! -alguien me estaba llamando.
Asustada, giré la cabeza a un lado y le pegué un empujón para quitarle de encima. Él me miró aturdido, sin saber por qué había hecho eso, pero lo que casi pasaba, no podía suceder.
-¡Thessa! -Betsi apareció por la esquina del callejón- ¡Joder, Thessa! ¡Te llevo buscando hace un rato!
-Sí, dime... -sacudí mi cabeza para quitarme el aturdimiento de encima-, ¿qué quieres?
-Un tío me ha preguntado por ti, está en el callejón de al lado, dice que necesita verte.
-¿Un tío? -aquello me resultó extraño- ¿Qué tío?
-No sé -dijo cogiéndose de hombros- solo dijo que quería verte y me preguntó que si podía avisarte. ¿Vienes?
Miré a Caleb algo desconcertada pero por su expresión, supe que él tampoco tenía ni idea. Estaba algo rojo, por lo que acaba de ocurrir hacía unos minutos, menos mal que nos habíamos separado antes de que Betsi llegara, ante sus ojos, eramos hermanos.
-Está bien -dije con indiferencia-. Vamos.
Seguí a Betsi, que iba en cabeza, por la parte delantera del bar. Alguien abrió la puerta y dejó salir la música con él, estaba sonando ¨I don´t care¨ de Icona Pop, otra de las canciones que más me gustaban. En lo referente a gustos musicales, no tenía muy claro dónde clasificarme.
Al igual que el otro callejón, este también olía a basura y comida podrida, *debe de ser donde echan los desperdicios*, había un par de contenedores junto a la pared.
No había mucha luz, prácticamente el callejón estaría a oscuras de no ser por una de las farolas que había en la esquina de la entrada del aparcamiento, aunque había la suficiente para permitirme distinguir un par de figuras al fondo. Betsi se detuvo de golpe y extendió su brazo para detenerme el paso.
-¡Cuánto tiempo! -exclamó una voz al final de la calle.
Entrecerré los ojos para poder ver mejor, pero la luz llegaba hasta la mitad  y poco pude visualizar.
-¿Quién eres y qué quieres? -aquella situación me estaba empezando a mosquear.
Escuché una risilla, pero nadie habló, todos los allí presentes guardaban un absoluto silencio. Una de las figuras oscuras, avanzó hacia el frente hasta el límite donde llegaba la luz, quedando al descubierto.
Mi corazón dio un vuelco dentro del pecho. Noté cómo se me caía el alma a los pies. Caleb agarró mi brazo derecho y tiró de mi con fuerza para ponerme detrás de él.
-¿Tantos siglos sin vernos que ya  no me reconoces, hermanita?




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