lunes, 23 de diciembre de 2013

Capítulo 15.

Tras varios segundos de agonía, Elhija y yo encontramos a Thessa arrodillada al final del callejón, con algo entre los brazos. Al principio no sabía que era, yo no disponía de súper-visión, pero al acercarme más, vi que lo que sujetaba no era un algo, sino un alguien.
Betsi estaba desplomada sobre Thessa, con los ojos cerrados y las extremidades inertes a ambos lados del cuerpo.
-Oh Dios mío, Thess... ¿qué a pasado?
Thessa me miró con los ojos muy abiertos e inexpresivos, llenos de lágrimas. El maquillaje que hacía unas horas estaba impoluto, ahora recorría sus mejillas dejando un río negro a su paso y oscureciendo su pálida piel.
-Betsi... -se balanceaba de adelante atrás- Betsi... la ha matado Caleb. Le dio de beber su sangre y le partió el cuello.
-Técnicamente no está muerta -contestó Elhija.
Thessa le fulminó con una mirada seria y penetrante, pero no contestó a su comentario. Tenia entendido que para que un humano se convirtiera en vampiro, tenía que beber su sangre y después morir, por lo que Elhija estaba en lo cierto,  su vida no había acabado, solo la humana; cuando despertase, lo haría como una especie distinta.
Pasé mis dedos entre el pelo, aturdido y sin saber qué hacer. Thess no podía transformar a nadie y yo no sabía el proceso, por lo que nunca nos habíamos enfrentado a tal situación.
-Thess... lo mejor será que la llevemos dentro en el bar -me arrodillé junto a ella e intenté coger a Betsi, pero  no la soltaba.
-¿Al bar? ¡Está lleno de gente Caleb! -la apretó más contra sí.
-De eso puedo encargarme yo -dijo Elhija antes de marcharse corriendo.
-Soy una estúpida Caleb, ¡soy una completa idiota!
-Shh, shhh, tu no has tenido la culpa, ¿me oyes? -agarré su cabeza con mis manos para hacer que me mirase a los ojos-. No ha sido culpa tuya Thess.
-¡Sí! -con un manotazo, se quitó mis manos de encima- ¡Sí que lo es! ¡De haberla tratado mal no estaría aquí! Ella seguiría con su vida.... no que ahora se va a convertir en su hobby.
Me partía el alma verla así, no podía verla sufrir, ella no se merecía eso. Odiaba a Gabriel, con todas mis fuerzas, incluso me asustaba que pudiera tenerle tanto asco a una persona.


Tenía a Betsi cogida por debajo de sus brazos. Notaba la fuerte mirada de Caleb sobre mi ser, pero me daba igual. No me importaba que Gabriel hubiera estado apunto de asfixiarme, de que casi me friera el celebro o de que en un momento dado yo hubiera muerto, solo me importaba que el corazón de mi amiga había dejado de latir por lo egoísta que yo había sido. No tenía que haber permitido que ella se adentrara en mi vida y en cambio, le abrí las puertas de par en par y solo por puro egoísmo y estupidez.
Notaba cómo su piel se volvía más fría con el paso de los segundos y  pasaba de un pálido natural a un blanco hueso. La zona de los parpados se estaban oscureciendo, además de la sombra de ojos que estaba medio borrada; no cabía duda, se estaba convirtiendo en un vampiro.
Pasé mi mano por su boca, húmeda al haberme limpiado las lágrimas, para quitarle el resto de sangre de Gabriel que le quedaba. Estaba algo seca, pero salió con facilidad. No quería que nada más despertarse, se viera tan demacrada, si de por sí, contarle que su vida humana había acabado y que técnicamente estaba muerta iba a ser impactante para ella, verse por primera vez después de ¨resucitar¨, con sangre en sus labios, sería mucho peor.
Caleb agarró mi cabeza con ambas manos y me hizo de mirarle a la cara. Él tampoco es que tuviera muy buen aspecto. Tenía varios arañazos en el rostro, en pleno proceso de cicatrización y un ojo hinchado. Su nariz estaba negra, pero no era por ningún golpe, si no  manchada de algo. Le estaba haciendo el repaso, para ver si el estaba en un mal estado y vi que su camiseta tenía un gran agujero en la zona izquierda y estaba manchado de sangre.
-¿Caleb? ¿qué es esto? - aún más asustada agarré una tira suelta que caía de la rotura-. Te busqué, pero no te veía y...
-Shhh, tranquilízate, no ha sido nada -sacó un pañuelo de uno de los bolsillos de su pantalón y secó mis lágrimas con él-. Uno de los tíos estuvo apunto de...
No dio tiempo a que acabara su frase y no sabía por qué, pero me alegré de ello, estaba segura de que no acababa bien.
Elhija apareció por una de las puertas metálicas que salían al callejón y me hizo un gesto con la mano, en señal de que ya podíamos entrar.
Por el inicio del callejón la gente pasaba eufórica, pegando gritos y voces, dando saltos y cayéndose al suelo e incluso una chica se paró en la esquina, vomitando algo verde moco, me dio mucho asco. Escuché a uno de los chavales gritar ¨¡ha sido la mejor fiesta de mi vida!¨ mientras saltaba a caballito sobre otro. * Já, pues que bien, para mi ha sido el peor cumpleaños de la historia*.
Me levanté con cuidado, con Betsi entre mis brazos; no la había soltado ni un segundo desde que Gabriel se había ido. Caleb, intentó quitarmela, al principio no quise, había sido mi culpa que ella estuviera así, quería llevarla yo y explicarle lo que había pasado y todo lo que cambiaría en adelante, pero dejé de resistirme y se la cedí.
Elhija, que seguía esperando en la puerta, la abrió para dejar paso a Caleb con Betsi en los brazos. Este se marchó en dirección a la barra, pero al dar la vuelta dejé de verle.
El aire estaba muy cargado. Olía a alcohol, a sudor y a algo pegajoso que no sabría describir, pero me estaba agobiando allí dentro. Me quedé en la puerta, mirando el interior y ahí fue cuando me percaté de Nathe. ¡Me había olvidado por completo de él!
-Nathe -susurré tan bajo que era imposible de que alguien me hubiera oído.
-Está bien Thess -Elhija puso su mano en mi espalda y me obligó a entrar-. No paraba de hacerme preguntas sobre dónde estabais Betsi y tu;  tuve que obligarle a que se fuera. No quería marcharse sin veros primero.
-Oh, Nathe... pobre Nathe.
Había quedado claro que yo era una amiga horrible. El pobre se había preocupado por nosotras mientas que ninguna de las dos se había acordado de él, aunque claro, la situación no es que fuera una para compartir, lo que estaba claro es que todo iba a cambiar, tanto para él, como para Betsi y para mi.
Tarde o temprano Gabriel tenía que encontrarme, eso era algo que yo ya sabía, pero no tenía que haber sido ese día, no con mis amigos allí. Desde luego, había sido un regalo de cumpleaños digno de él.
-Elhija -le llamé en voz baja.
-¿Sí?
El chico tuvo que girarse, pues iba  un par de pasos por delante de mi. Tenía que darle las gracias, estaba de acuerdo en que no nos conocíamos de nada, pero en solo tres días, me había salvado dos veces. La primera no se lo agradecí, algo que estuvo mal, pero en esa ocasión, ya no se trataba de mi, sino que se había encargado de Nathe. Debía de agradecérselo, aunque fuera solo por eso.
-Gracias.
No me contestó y un silencio incómodo se hizo entre el espacio que nos separaba. Se acercó a mi y me dio un cálido beso en la mejilla, eso me pilló por sorpresa y me sobresalté.
-Creo que deberías irte a casa y descansar, yo me encargaré de Betsi
-¡NO! -grité- No, ella se queda conmigo.
-Thess... en estos momentos necesitas descansar, estás muy exhausta y ella se despertará asustada y sin comprender nada...
-Por eso mismo -le corté enfadada-. Ella no te conoce, a mi sí, he de ser yo la que se quede con ella.
-Thessa, Elhija tiene razón -Caleb salió de detrás de la barra, sacudiéndose las manos, ya no tenía a Betsi cogida-. Lo mejor será que nos vayamos.
-¡¿ES QUE ESTÁIS LOCOS?! -encolericé- ¡NO PIENSO DEJARLA SOLA!
-Pero no estará sola, estará con Elhija.
-Já, me sorprende que digas eso, cuando él ni siquiera te cae bien.
Caleb me miró con el ceño fruncido, enfadado. El comentario que acababa de hacer no debería de haberlo dicho, pero ambos me estaban cabreando y mucho. ¿Cómo podían pretender que dejara a mi amiga allí? Ella me necesitaría al despertarse y yo no estaba dispuesta a dejarla por muy cansada que estuviera.
-Thessa, el proceso de transformación tarda incluso hasta un día entero, ¿vas a esperar a que se despierte?
Aunque nunca había transformado a nadie, no pensé que el cambio durase tanto. Mi sangre no podía usarse para crear una nueva especie, al menos eso fue lo que mi madre me dijo y en el hipotético caso de que sí que sirviera, aquel calvario  no se lo deseaba a nadie.
-Pero...
-Haremos una cosa -Elhija me cogió por los hombros y me llevó detrás de la barra, al lado de Betsi-. Yo me quedaré con ella, la llevaré a mi casa, Caleb y tu os iréis a la vuestra, descansaréis y mañana por la mañana iréis a buscarla. Estará bien.
Ver a mi amiga tumbada, inconsciente en una barra, no ayudaba mucho. Tenía los brazos sobre el pecho, en forma de cruz. Miré a Elhija a los ojos y vi tristeza en ellos, eso tampoco ayudaba; no me gustaba que la gente se sintiera así por mí, que sintieran pena por mi, pero él tenía razón, no podía estar despierta todo un día, mi mente me pedía a gritos un descanso.
-¿La cuidarás? -susurré con la cabeza gacha- ¿Lo prometes?
-Lo prometo -asintió.
Elhija me atrajo hacia él y me abrazó con fuerza. Vi tras su hombro a Caleb, que estaba frente a mi, con el rostro muy serio y la mandíbula apretada. Sabía que Elhija no le gustaba, lo notaba en su forma de actuar cuando él estaba cerca o cuando hablaba de él. Se ponía tenso y serio; era algo que no entendía el por qué, pero esperaría a que él me lo contara, yo no era quién para preguntar.


-¡Eres un completo inútil! - Gabriel pegó una patada a la silla, que se rompió al colisionar contra la pared-. ¡Tanto tú como tu hermano, sois unos estúpidos inútiles!
Me hallaba en su casa, la cual era muy grande y recargada para mi gusto. Las paredes eran blancas con un ribete dorado a media altura que sobresalía, con cuadros victorianos colgados por todas partes y una gran chimenea encendida en el centro, que caldeaba toda la sala. Los sillones se encontraban desperdigados, algunos estaban tirados sobre el suelo debido a los múltiples golpes que habían recibido por el enfado de quien los compró. Yo estaba apoyado sobre la pared, muy recto, al lado de una gran estantería de madera.
Cuando se cabreaba de ese modo me daba miedo  lo que podía llegar a hacerme, pero sabía que en el fondo nos tenía aprecio a Elhija y a mi, el fue quien nos encontró, le debíamos lo que eramos.
-Pero... -intenté explicarme.
-¡Ni peros ni nada! -me cortó, pateando otro de los sillones- ¡Me has desobedecido Daniel!
-¡Iba a matarla!
Giró en redondo y clavó su mirada en mi. Sabíamos que no teníamos que desobedecerle, pero cuando vi a Thessa, en el callejón, pensé que moriría y luego Gabriel se arrepentiría de lo que habría hecho, simplemente le estaba haciendo un favor, aunque sabía que iba a pagar las consecuencias de ese favor y con creces.
-Já, ¿en serio te piensas que soy tan estúpido, Daniel? -se acercó a mi y me agarró por el cuello, levantándome del suelo- ¿De verdad lo crees?
-No, no -intenté hablar, pero me estaba oprimiendo la garganta- no...
-No llevo más de setecientos años detrás de mi hermana como para matarla ahora, ¿no crees?
-Sí...
-No vuelvas a desobedecerme -apretó con más fuerza, ahogándome cada vez más -¿entendido?
-Si...
-Bien.
Por fin me soltó. Caí de rodillas al suelo, con las manos por delante para amortiguar la caída; el suelo era de madera por lo que no me dolió. Me apoyé contra la pared, para tranquilizarme y recuperar el aliento; cuando Gabriel se enfadaba era capaz de cualquier cosa.
La puerta de la calle se abrió y apareció Elhija con la chica pelirroja en brazos. Con él, entró el aire frío de la calle y un olor a sangre seca. No cabía duda de que aquella chica estaba en plena transformación.
-¿De verdad que esto era necesario? -inquirió Elhija malhumorado mientras soltaba a la chica sobre la mesa.
Elhija siempre había sido muy temperamental, le gustaba ir por libre y estar bajo las ordenes de Gabriel no es que le agradase mucho, siempre estaban discutiendo. Me habría encantado ser como él, no tener miedo a contestarle y poder decir lo que piensa, aunque claro, Gabriel a Elhija le consentía todo, era como su hijo pródigo, en cambio yo, era su desecho social. siempre me esforzaba por hacer las cosas bien, ansiaba ser como Gabriel; fuerte, inteligente y estratégico, pero siempre veía lo malo que yo hacía, nunca tenía en cuenta lo bueno, lo que hacía por él a pesar de que no quería.
-¡Já! Era mi regalo de cumpleaños para mi hermana.
-¿¡Tú regalo de cumpleaños!? -gritó Elhija con sarcasmo-. Esta chica es inocente, ¿qué te ha hecho a ti?
-Nada, pero Thessa sí y sé la debilidad que tiene hacia los humanos. Es la niña santa. Es una vergüenza para los de nuestra especie. Además, ¿qué te importa a ti? Es una simple humana.
Elhija no contestó, se limitó a darse la vuelta, coger a la chica muerta e irse de nuevo por donde había venido. Gabriel y yo nos lo quedamos mirando, la diferencia es que yo seguía algo asustado y el otro tenía una sonrisa divertida en la cara. Cuando sonreía así era que estaba planeando algo, algo malo que  suponía problemas.


Dejé a Caleb conducir de vuelta a casa, en mi estado no es que fuera algo muy prudente. No habíamos hablado desde el bar, tanto él como yo íbamos en un absoluto silencio y en lo que a mi  respectaba, no tenía ganas de decir ni una sola palabra.
Iba enredando con un roto que tenía en las medias, entrando y sacando el dedo o enrollando un hilito suelto mientras miraba por la ventanilla del coche. Definitivamente aquella había sido la peor noche de toda mi vida y eso que había empezado con muy buen pie, aunque lo que de verdad me estaba preguntando no era por qué Gabriel había aparecido, por qué me había atacado allí, arriesgándose de que alguien nos hubiera visto o el por qué había matado a Betsi; sino qué era lo que había pasado por mi cabeza cuando Caleb y yo estábamos en el callejón, los dos solos y solo pensaba en besar sus labios.
Aquello no podía pasar, él era mi mejor amigo. Muchas veces la gente nos preguntaba que si eramos pareja, pero los dos nos echábamos a reír y nos inventábamos que en realidad eramos primos o algo por el estilo. Si permitía que entre Caleb y yo hubiera algo, podría salir mal y lo echaríamos a perder todo. No quería perderle, podía sonar muy egoísta, pero prácticamente era la única persona que tenía en mi vida.
Vi a unos chavales que probablemente venían de la fiesta de mi cumpleaños, pues se tambaleaban de lado a lado, llevaban una buena borrachera. Uno de ellos, en pleno acto de locura ebria, echó a correr delante del coche y casi lo atropellamos. Caleb pegó un frenazo, pero eso no bastó. Yo, ajena al peligro, no me puse el cinturón, por lo que a pesar de los esfuerzos por sujetarme al asiento, salí disparada atravesando la luna.
Caí de cabeza, arañándome la cara por completo con el asfalto. Noté cómo los cristales se abrieron paso por mi cuero cabelludo y me atravesaron la piel. Me quedé varios segundos tumbada en el suelo, bocabajo, aturdida por lo rápido que había sucedido todo.
Di la vuelta, para quedar con la espalda contra el suelo, echa un amasijo de extremidades doloridas. Caleb salió inmediatamente del coche, pegando un portazo y arrodillándose junto a mi.
-Thessa, ¡Thessa! -metió las manos por detrás de mis hombros, asustado y me ayudó a levantarme-. ¿Estás bien?
Los chavales nos miraban boquiabiertos, algo sorprendidos por lo que acababa de suceder, estaba segura de que no se podían explicar cómo es que después de salir disparada, yo seguía con vida, puesto que debería estar muerta.
Tenía una pierna doblada, en una posición vertiginosa y antinatural. Agarré la rodilla y con esfuerzo y dolor, la apreté hasta que sonó el ¨chac¨que indicaba que el hueso estaba en su sitio. Las medias se habían terminado de romper y tenía un gran cristal clavado en el abdomen. Lo agarré y tiré de él, aguantando la respiración. Rechazando la ayuda que Caleb me prestaba, me incorporé y me atusé el pelo, para dejar caer los tocitos de vidrio que quedaban enredados entre los mechones.
-Sí -asentí con una sonrisa felina dejando ver mis colmillos desenfundados- estoy bien.
El accidente fue la gota que había colmado el vaso. La gente no podía ir por ahí, abalanzándose sobre los coches en marcha, de haber sido otra persona, no seguiría con vida. Miré sonriente a los chicos, que no se habían movido de su sitio. Vi el miedo en sus rostros al verme transformada, incluso podría decir que noté cierto olor a miedo en el ambiente y no olía precisamente bien. Giré para ver al que se había tirado sobre nosotros y corrí hacia él; en menos de un segundo, estaba a su lado, con mis colmillos en su cuello.
Escuché un grito de desesperación salir de su garganta y de la de sus amigos, aquella noche se habían encontrado con uno de los monstruos que habían participado en sus pesadillas de cuando eran pequeños.
-¡Thessa, para! ¿¡Qué haces!? ¿¡Estás loca!? -Caleb tiró de mi hombro, separándome del chico.
-Tenía hambre -dije encogiéndome de hombros con indiferencia-. Por su culpa yo he perdido sangre, solo  la quiero recuperar. De haber sido otra persona, ahora estaría muerta Caleb.
-¡Me da igual, no puedes ir por ahí haciendo esto! ¡Tú no eres así!
-Él tampoco puede ir haciendo lo que ha hecho, además, no pretendo matarlo, solo asustarlos un poco -sonreí señalando con la cabeza a los chavales que nos miraban atentamente desde el otro extremo de la calzada.
Agarré al chico por los hombros y le levanté la cabeza con las manos, para que pudiera mirarme a los ojos.
- Te vas a marchar a casa. Cuando llegues te limpiarás la herida y te pondrás un apósito y si te preguntan cómo te lo has hecho, dirás que alguien te atacó con una botella rota. ¿Entendido?
-Alguien me atacó con una botella rota -repitió el chico con voz aturdida.
-Bien, -lo cogí por la cintura y lo acerqué a sus amigos-. Ahora iros.
Aterrorizados, cogieron al chaval de la mano y echaron a correr calle arriba. Con la manga de la chaqueta, me limpié la sangre de los labios y me metí de nuevo en el coche, sin estar muy segura de que fuera a arrancar.
-Vamos, ¿a qué esperas? -saqué la cabeza por la ventanilla del conductor para llamar a Caleb, que seguía parado mirando a los chicos correr-. Quiero llegar a casa.











2 comentarios:

  1. No me digas qué Elhija y Daniel, estan sobre las órdenes de Gabriel?
    Estoy en estado de shock, enserio.
    Pobre Betsi enserio me da mucha pena, por lo qué le a pasado, transformada en vampiro. Me cae super pero super mal Gabriel es un borde de niño, no tiene corazón, bueno ni aunque lo tuviera, si es de piedra, solo sabe hacer daño a la gente y a su hermana qué no le ha hecho nada .
    Besos:))

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    1. Bueno, en referente a lo de Elhija y Daniel, ya lo irás viendo, porque la cosa da un vuelco enorme y con lo de Gabriel... yo en el fondo lo entiendo, es una persona que ha sufrido también mucho y que guarda mucho rencor, pero aun así, sí, se pasa.
      Un besitoo

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